El embarazo en la adolescencia puede
calificarse como un problema de salud pública. El número de nacimientos de
hijos de madres adolescentes asciende a 16 millones cada año en el mundo, con
una tasa de 52 partos cada mil adolescentes(1) .
Venezuela es el país de Sudamérica con mayor tasa
de embarazo adolescente y el tercero de todo el continente. Según datos de la
Organización de Naciones Unidas, 91 de cada 1 000 gestantes tiene menos de 18
años. Se presume que la edad media de iniciación sexual en Venezuela se
sitúa entre los 12 y 14 años de edad, lo que se une a la aparición de los
embarazos precoces. Los riesgos médicos asociados al embarazo en madres
adolescentes, tales como enfermedad hipertensiva, anemia, bajo peso al nacer,
parto pretérmino, nutrición insuficiente, malformaciones congénitas, entre
otras, determinan elevación de la morbimortalidad materna y aumento estimado de
2 o 3 veces en la mortalidad infantil, cuando se compara con los grupos de
edades entre 20 y 29 años. (2)
El inicio del embarazo es considerado una
fase anabólica, caracterizada por un aumento en la producción hepática de
triglicéridos (TG), y la remoción de los TG circulantes resulta en un
incremento en los depósitos grasos de los adipocitos maternos; en contraste el
último trimestre de embarazo es referido como una etapa catabólica, donde se
aumenta la liberación de los ácidos grasos desde los adipocitos debido al
estímulo de la lipasa sensible a hormona placentaria.(3) Estos
cambios metabólicos permiten a la gestante almacenar energía en la primera
etapa del embarazo para los altos requerimientos energéticos de la última
etapa; como consecuencia de estos cambios el metabolismo lipídico materno esta
alterado en el embarazo.(4)
En este sentido el colesterol total (CT)
aumenta moderadamente, mientras los TG plasmáticos aumentan drásticamente y
producen una disminución en la sensibilidad a la insulina al interferir con los
mecanismo de transducción de señales del receptor de insulina, produciendo un estado de insulino-resistencia (IR) e
inflamación; esto sería un factor de riesgo independiente para enfermedad
cardiovascular. La hiperlipidemia en el embarazo puede significar un factor de
riesgo para el desarrollo posterior de aterogénesis, pero la
hipertrigliceridemia fisiológica del tercer trimestre se distingue de la de
tipo aterogénico porque se acompaña de un incremento de la fracción de
colesterol ligada a lipoproteínas de
alta intensidad (HDL), por lo tanto la condición de riesgo aterogénico es menor.
(4)
Evidencias obtenidas a partir de estudios
epidemiológicos, experimentales y genéticos, muestran que los individuos que
presentan niveles elevados de colesterol, especialmente el colesterol de las
lipoproteínas de baja densidad (c-LDL), tienen un elevado riesgo a desarrollar
enfermedad cardiovascular. Los TG altos y las partículas ricas en TG como las
lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL), se han asociados a pancreatitis,
preeclampsia (PE) y diabetes. Es importante hallar en cada población los
niveles normales de los lípidos plasmáticos para determinar cuándo una
elevación de los mismo, deja de ser fisiológica y se convierte en un factor de
riesgo asociado a desordenes del embarazo o enfermedades cardiovasculares.
(5)
Uno de los factores implicados en el aumento
de los lípidos durante el embarazo es el factor de necrosis tumoral alfa
(TNF-α), sustancia que tiene roles determinantes en la fisiología y fisiopatología
del desarrollo humano, es producido por
monocito/macrófagos, el TNF-α es una citocina proinflamatoria que estimula la
fase aguda de la reacción inflamatoria.
(6)
Cuando se sintetizan grandes cantidades de
TNF-α, se inhiben la contractilidad miocárdica y el tono del músculo liso
vascular, lo que produce una acentuada diminución de la presión arterial. Tanto
estas proteínas como sus receptores se expresan de manera constitutiva en el
trofoblasto velloso. (7)
Además un
subgrupo de abortos recurrentes ha sido relacionado con la deficiencia
de TNF-α en el sinciciotrofoblásto, mientras que en aparente contrariedad, la
misma proteína, junto con el interferon gamma (IFN-y), estimula la
apoptosis del citotrofoblásto, función en el cual son antagonizados por el
factor de crecimiento epitelial. (7)
Este mensajero celular también tiene una
importante participación en la PE, donde hace énfasis en su capacidad de
producir estrés oxidativo, y llega a producir complicaciones obstétricas como
consecuencia de la alteración de los niveles de TNF-α durante el embarazo. Los
genes relacionados con la producción del TNF-α han sido asociados con el origen
de la PE. (8)
Esta investigación se realiza con la
finalidad de correlacionar los niveles séricos de TNF α y la presión arterial
con el perfil lipídico durante el segundo y tercer trimestre de gestación en
adolescentes embarazadas que acuden al Hospital Materno Infantil “Doctor José María Vargas” teniendo en cuenta que las
adolescentes no se encuentran preparadas fisiológicamente en su totalidad para
estar embarazadas y que dicha condición puede causar daños irreversibles tanto
para la madre como para el feto. Las moléculas evaluadas en este estudio
pudieran aportar datos que alerten sobre posibles alteraciones de origen
patológico durante la gestación. (9)