Julio-Septiembre 2002 12
ISSN 1317-987X
 
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Personajes
 



Luis Daniel Beauperthuy
Visionario de la medicina venezolana

Una esperanza para los enfermos de lepra


Los biógrafos de Luis Daniel Beauperthuy aquí citados coinciden al destacar de su personalidad dos cualidades, principalmente. La primera, es su vocación científica, que lo ayudó a proseguir con sus investigaciones a pesar de los dogmas vigentes en aquel momento, responsables de que sus descubrimientos en torno al mosquito como agente transmisor de la fiebre amarilla, no fueran debidamente reconocidos, y las precarias condiciones bajo las cuales era practicada la medicina en Venezuela debido al atraso en conocimientos y escasez de recursos económicos.

La segunda, es su carácter generoso, pues dichos autores afirman que en más de una oportunidad Beauperthuy prestó sus servicios profesionales de manera gratuita, ganándose así el aprecio, cariño y respeto de la población de Cumaná.

Probablemente, dichos rasgos se hagan más evidentes si se estudia la labor de este hombre de ciencia en torno al tratamiento de la lepra. Precisamente, vocación y generosidad fueron requeridas en altas dosis para hacerle frente a numerosos prejuicios errados -mantenidos por siglos- en torno a este padecimiento. Fue así como, el médico antillano se atrevió a creer con firmeza en las posibilidades de cura del mismo y en proponer incluso un tratamiento propio para demostrar tal afirmación.

Ricardo Archila (2, p.21) en su obra Beaperthuy, revisión de una vida, ofrece algunas ideas acerca de como este personaje concebía la elefantiasis:

...No compartió de modo absoluto la teoría de la transmisibilidad hereditaria de la lepra, aun cuando aceptó la existencia de las heredo-predisposiciones individuales que favorecen el desarrollo de la afección en los hijos de leprosos; fue hostil al matrimonio entre los leprosos; un partidario del contagio de dicha enfermedad, y en punto a su naturaleza y transmisión, un precursor al conjeturar que los lepromas eran causados por gérmenes, añadiendo que estos procedían de la inoculación exterior, sin la cual no se desarrollaba la afección. Sin embargo, pese a la perspicacia de tales conceptos, lo descollante en la labor leprológica de Beauperthuy, digno de la mayor admiración, no consistió tan sólo en sus ideas científicas sobre el particular, sino en su asombrosa voluntad...

Los planteamientos de Luis Daniel Beauperthuy al respecto comenzaron a ser publicados en la Gaceta Oficial de Cumaná, a partir del año 1867 y fueron recopilados en su monografía titulada Travaux Scientifiques (Trabajos Científicos). Estas obras, junto a los positivos resultados obtenidos con la aplicación de su método de curación en los pacientes cumaneses, contribuyeron a que la fama no lograda con sus trabajos en torno a la fiebre amarilla fuera alcanzada, finalmente, en esta nueva etapa de su existencia. De hecho, desde distintos puntos de Venezuela y otras naciones, entre ellas la isla de Trinidad & Tobago, llegaron pacientes, los cuales veían a Beauperthuy como su única esperanza de eliminar de sus cuerpos aquel mal. También, en varias oportunidades, fue llamado de la ya referida isla para que atendiera personalmente algunos casos. A esto debe agregarse que el gobierno de Cumaná lo designó como médico del Hospital de Lazaros de aquella ciudad.

Los logros de este antillano fueron incluso referidos por la prensa internacional en Francia, Inglaterra e Italia, entre otras, aumentando de esta forma el prestigio ya alcanzado en tierras americanas. Por esta razón, el gobierno inglés y francés enviaron, cada uno, un representante a Venezuela para que constaran lo que se comentaba en torno a la labor del médico antillano como leprólogo. Ellos fueron los doctores Bekewell (llegó el 12 de mayo de 1869) y Brassac ( arribó el 23 de mayo del mismo año). Cabe destacar que este último había sido uno de los principales opositores a la teoría beauperthuiana sobre el mosquito y su relación con el paludismo. Afortunadamente, en esta ocasión, sus comentarios fueron más favorecedores. De hecho, los tres hombres acordaron elaborar un documento en eloficialmente se recomendara la aplicación del tratamiento practicado por este hombre de ciencia en los países de donde provenían ambos delegados.

El año 1871 fue decisivo para esta figura, pues en aquella fecha recibió un llamado, de parte del gobierno de Guayana, para que se hiciera cargo del primer Hospital Experimental para la terapia de la lepra, el cual iba a construirse en la isla de Kaow, ubicada en la confluencia de los ríos Mazaruni y Esequibo, en la región oriental de aquella nación. Lamentablemente, quienes recibieron atención en aquella institución pudieron disfrutar muy poco de sus cuidados y presencia. A los seis meses de haber partido hacia su nuevo destino, murió víctima de una aplopejía fulminante, un 3 de septiembre de ese mismo año, tal como afirma Ceferino Alegría, autor del libro Historia de la Medicina en Venezuela.

De esta manera, quien se haya sentido invitado a indagar sobre qué representaba el busto de aquel hombre de cabellos engominados, peinados impecablemente hacia atrás, de mirada serena y nariz recta, y haya conocido todos estos aspectos de su vida y obra, podrá comprender que el Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Central de Venezuela tuvo sobradas razones para rendirle tributo a este personaje el cual bien merece ser considerado un visionario de la medicina venezolana.



Continua: Bibliografía

Mérito a quien mérito merece
Se siembra la semilla
Venezuela adopta un hijo
Una esperanza para los enfermos de lepra
Bibliografía

NOTA: Toda la información que se brinda en este artículo es de carácter investigativo y con fines académicos y de actualización para estudiantes y profesionales de la salud. En ningún caso es de carácter general ni sustituye el asesoramiento de un médico. Ante cualquier duda que pueda tener sobre su estado de salud, consulte con su médico o especialista.





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