Abril-Junio 2012 50
ISSN 1317-987X
 
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Actualizaciones en Pediatría y Puericultura
Alimentación del niño sano

Alimentación complementaria: bases fisiológicas, técnicas y aspectos prácticos.

Anteriormente conocida como ablactación, se refiere a la alimentación distinta a la leche humana que recibe el lactante, y que se ofrece para complementar sus nutrientes.

Oportuna: iniciada en el momento justo, cuando las necesidades de energí­a y nutrientes sobrepasan las que se pueden proporcionar con lactancia natural exclusiva y frecuente.

Adecuada: que provea energí­a, proteí­nas y micronutrientes suficientes para satisfacer las necesidades nutricionales según la edad del niño y adaptados a su realidad cultural, social y económica.

Segura e inocua: preparada, almacenada y servida de forma higiénica.

Perceptiva: brindada con afecto, respetando las necesidades del niño y atendiendo a las señales de apetito o saciedad.

La edad óptima para iniciar la alimentación complementaria es a los 6 meses, ya que además de existir un aumento de los requerimientos energéticos, el niño ha alcanzado madurez neurológica, gastrointestinal y renal.

Madurez neurológica: los reflejos relacionados con la alimentación presentes en las diferentes etapas pueden interferir o facilitar la introducción de los alimentos. A partir del cuarto mes se pierde el reflejo de extrusión o protusión de la lengua, mejorando además la coordinación de labios y mandí­bula. Desde el sexto mes el niño se sienta, lleva manos y objetos a la boca, abre la boca y se estira hacia la persona que lo alimenta, sonrí­e mostrando interés por los sólidos o aleja la cabeza de la comida mostrando saciedad.

Madurez gastrointestinal: se alcanza a partir del cuarto mes, cuando la producción de enzimas alcanza niveles óptimos. La amilasa pancreática está ausente al nacer y se produce hacia el cuarto "“ sexto mes de vida, igualmente ocurre con la lipasa y proteasas pancreáticas. Además antes del cuarto mes la mucosa intestinal es permeable a moléculas grandes no hidrolizadas con capacidad antigénica lo que contribuye a las alergias alimentarias. La inmunotolerancia digestiva se alcanza al sexto mes por la colonización, desarrollo y calidad de la flora gastrointestinal.

Madurez renal: a partir del cuarto mes mejora la filtración glomerular y la capacidad de concentración, lo que permite a los seis meses tolerar una mayor carga de solutos.

Aumento de los requerimientos: se manifiesta por cambios en el patrón de alimentación: el niño pide comida más frecuentemente, se despierta de noche con hambre, no se satisface después de mamar activamente más de 8 veces al dí­a, aumentan los requerimientos de hierro.

Técnica y aspectos prácticos:

Los alimentos complementarios se introducen gradualmente, se recomienda un alimento nuevo por vez, con cambios cada 3 dí­as para detectar posibles intolerancias.

La leche materna debe mantenerse y en aquellos niños no amamantados o que reciben lactancia mixta se debe ofrecer fórmulas de continuación fortificadas con hierro.

El niño debe sentarse y recibir los alimentos con cucharilla.

El orden de introducción de los alimentos sigue un patrón cultural, en Venezuela se inicia con tubérculos (apio, ocumo, ñame, papa, yuca y plátano), hortalizas (auyama, zanahoria) y carnes licuadas en forma de sopas. La cantidad y consistencia se aumenta según la edad (licuados-puré y sólidos).

También se ofrecen a partir del 6º mes las frutas no cí­tricas en forma de puré o jugos en cantidad no mayor a 4-6 onzas al dí­a, ya que un consumo mayor se relaciona con déficit pondoestatural y diarreas.

Las frutas cí­tricas (naranja, mandarina, piña, fresa, limón, guayaba, tomate, mora, parchita) se introducen en mayores de 1 año, por ser muy alergénicas.

Los cereales sin gluten (arroz y maí­z) se inician como papillas a los 6 meses, si se agregan a la fórmula su dilución debe ser 5%. Los cereales con gluten no deben introducirse tempranamente antes de los 4 meses ni después de los 7 meses, excepto en casos de antecedentes familiares de alergia al gluten, se iniciarán entre los 9 meses y 1 año.

Algunos vegetales como espinacas, remolachas y acelgas se recomiendan en mayores de 1 año por el riesgo de metahemoglobinemia, ya que en ocasiones estos vegetales acumulan los nitratos de los fertilizantes que se transforman en nitritos por acción de flora intestinal.

El huevo se introduce después de los 6 meses, comenzando con ¼ de la yema bien cocida y aumentando progresivamente la cantidad. La clara debe iniciarse después del año por ser la fracción más alergénica.

El pescado se recomienda a partir de los 8 meses por la dificultad de conseguirlo fresco, en niños con antecedentes de alergias debe esperarse hasta el año.

Las leguminosas también se introducen a los 8 meses en forma de puré, ya que el caldo no tiene valor nutritivo.

No debe añadirse sal a los alimentos, ya que su contenido natural satisface los requerimientos y el consumo excesivo se relaciona con hipertensión arterial y enfermedades cardiovasculares en el adulto.

No se recomienda el consumo de azúcar y golosinas, pues son causantes de caries y hábitos inadecuados que se relacionan con obesidad y diabetes.

La miel no industrializada no se recomienda hasta los 2 años por el riesgo de botulismo.

Deben evitarse alto consumo de los ácidos grasos transhidrogenados. Igualmente no se recomiendan las leches descremadas en menores de 2 años.

Se recomienda que los alimentos sean preparados en el hogar, pero si no se cuentan con adecuadas condiciones de higiene pueden emplearse los procesados, conociendo su valor nutricional, el contenido de azúcar, estabilizantes, saborizantes que deben especificarse en las etiquetas.

Entre los 7 y 9 meses el niño puede tomar alimentos con la mano y llevarlos a la boca, así­ como tomar en taza o vaso.

Al año de edad el niño puede ingerir alimentos sólidos y debe estar integrado a la dieta familiar, sentarse a la mesa con los demás e iniciarse en el uso de los cubiertos.

DESTETE

Es el cese de la lactancia materna lo que implica cambios en la forma de relacionarse la madre y el hijo, por lo que debe darse cuando ambos estén preparados, alrededor de los 2 años. El destete natural debe ocurrir de manera gradual entre el primer y tercer año de vida, puede iniciarse por decisión de la madre, motivos laborales, disminución de la producción de la leche y lentitud en el crecimiento del niño. Debe evitarse en situaciones de crisis o cambios de la rutina familiar. El destete representa una pérdida para el niño por lo que debe acompañarse de manifestaciones de afecto, para que el niño no lo interprete como un rechazo de la madre.


Alimentación del niño sano
Introducción
Requerimientos energéticos y nutricionales
Alimentación complementaria: bases fisiológicas, técnicas y aspectos prácticos.
Caracterí­sticas y estrategias de la alimentación en el preescolar, escolar y adolescente.
Referencias

NOTA: Toda la información que se brinda en este artículo es de carácter investigativo y con fines académicos y de actualización para estudiantes y profesionales de la salud. En ningún caso es de carácter general ni sustituye el asesoramiento de un médico. Ante cualquier duda que pueda tener sobre su estado de salud, consulte con su médico o especialista.





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