Charles
Perier presentó en 1890 la técnica quirúrgica para el tratamiento de las
neoplasias de la laringe en la Sociedad de Cirugía de Paris. El autor señaló su
incisión en “H acostada” y la conocida “maniobra de Perier” para la remoción de
la laringe a través de la sección de la tráquea, seguido del ascenso de manera
retrograda hacia la faringe (12).
La primera
ilustración del artículo sobre manejo quirúrgico del cáncer de tiroides
publicado en 1940 por Frank Lahey, evidenció su incisión en “J” (13). Numerosos
autores la reprodujeron para la
extirpación en bloque de todos los ganglios cervicales en continuidad con la
tiroidectomía por tumores de la glándula tiroides, o para la remoción de
neoplasias malignas de la vía aerodigestiva superior (8,14). La denominaron
“utility” o de utilidad por su fácil ejecución (15).
También a
principio de la década de los cuarenta, Hamilton Bailey modificaría un trazo
quirúrgico vertical diseñado para la extirpación de tumores parotídeos. La
modificación vendría representada por la extensión
del extremo inferior de la herida quirúrgica en dirección de la apófisis
mastoides, para continuar por el borde anterior del esternocleidomastoideo. De
esta manera se obtendría una amplia exposición que permitiera la correcta
identificación del tronco del nervio facial y sus ramas
(7,8).
El aumento en la
aplicación de radiaciones preoperatorias a altas dosis a los tumores
cervicofaciales a mediados del siglo XX (16), ocasionó un ascenso en la
morbilidad relacionada con la incisión cutánea, como necrosis o dehiscencias de
las heridas (17). Estas fallas estimularon el deseo de diseñar nuevos trazos
quirúrgicos para prevenir estas dificultades (8,18).
Apoyado en las complicaciones descritas,
Esteban Garriga Michelena en Caracas y Luis Samengo en Argentina publicaron sus
respectivas incisiones (8). El primero describió la doble incisión transversa
en el año 1960. Dos trazos quirúrgicos paralelos entre sí, sin cruces,
convergencias o ángulos. Un colgajo central en forma de puente, movilizable
hacia arriba y abajo (19). Diez años después el segundo reportó una herida
quirúrgica paralela al borde de la mandíbula desde el gonión hasta el mentón,
para luego descender por la línea media anterior del cuello. Ambas recomendadas
por numerosos cirujanos para las operaciones combinadas por su exposición, y
evitar la dehiscencia de los colgajos (20).
Freund incorporó un componente vertical en
el extremo posterior de un trazo único transversal, por detrás del borde
anterior del trapecio, lejos de la arteria carótida. El colgajo quedaba suplido
adicionalmente por la arteria occipital. Ofrecía una excelente exposición para
la realización de disecciones ganglionares de cuello por neoplasias malignas.
El trazo quirúrgico se adhería a los conceptos conocidos de irrigación
vascular. El autor reportó una disminución de las complicaciones en los
pacientes previamente irradiados (8,21).
Motivado a la
necesidad de un abordaje quirúrgico cervicofacial que brindara exposición
adecuada en diversas operaciones combinadas, adaptable a los hallazgos
intraoperatorios, emplazable según las premisas de irrigación arterial y con
mínimas complicaciones, se documentó, desarrollo y modifico desde el año 2010
en la Catedra Servicio de
Otorrinolaringología del Hospital
Universitario de Caracas, la experiencia en una incisión de uso común, la
modificada de Bailey seguida de una extensión en “J” (10). Se denominó colgajo
cervicofacial superior adaptable y se realizó en pacientes con diagnóstico de
neoplasia maligna primaria de conducto auditivo externo, glándula parótida o de
piel facial (22).
El tipo de
incisión aplicada puede trabajar a favor o en contra. Es parte integral de la
operación y no, un acceso rutinario al área operatoria. Permite desarrollar y
completar la tarea quirúrgica. La comprensión de estos factores y el juicio del
cirujano, es importante para su selección (5,6). En tal sentido,
una serie de dificultades surgidas desde el segundo decenio del nuevo milenio
determinaron la aparición de nuevos desafíos ya referidos como patologías no
convencionales emergentes. El incremento de las infecciones cervicofaciales con
el compromiso de varios espacios anatómicos y el importante crecimiento de
varias neoplasias, representaron algunos de estos desafíos (1).
El número de
infecciones cervicofaciales profundas que requirieron hospitalización para
drenaje quirúrgico en nuestro servicio presentó un incremento considerable. Los
ingresos a hospitalización se asociaron con mayores criterios de severidad,
aumento en el número de complicaciones e indicadores desfavorables (3) (ver
gráfico 1). Las enfermedades granulomatosas y los quistes congénitos
sobreinfectados también presentaron un aumento en su frecuencia (23,24).
En el mismo
periodo de tiempo, los enfermos oncológicos presentaron progresión de la etapa
tumoral que ocasiónó obstrucción de la vía aéreodigestiva superior, hemorragia,
y sobreinfección (1,2,24). Se constató un incremento en los
procedimientos de derivación de la vía aérea superior y de las intervenciones
paliativas como maniobras hemostáticas, limpiezas quirúrgicas, y gastrostomías (25)
(ver gráfico 2).
Gráfico 2.
Evolución de procedimientos quirúrgicos oncológicos como las traqueotomías y
otros de tipo paliativo desde el año 2010. Los años del 2019 al 2022 correspondieron
a la Pandemia por la Covid 19. TQT neoplasias: traqueotomías en pacientes con
neoplasias cervicofaciales.
Paliativos: limpiezas quirúrgicas por
sobreinfección y ligaduras de vasos principales del cuello por hemorragias.
Las incisiones verticales, transversas u
oblicuas tradicionalmente usadas para el drenaje de abscesos cervicofaciales,
la ejecución de traqueotomías, la extirpación de neoplasias benignas de
glándulas salivales, y el acceso inmediato de los vasos principales del cuello
para maniobras hemostáticas, representaron alternativas insuficientes para el
tratamiento quirúrgico de estas patologías no convencionales emergentes durante
el periodo de estudio. Para poder afrontar estos desafíos fue necesario un
replanteamiento de los procedimientos quirúrgicos que conllevo a la aplicación
de incisiones cutáneas clásicas más extensas, ya descritas previamente para la
remoción de órganos cervicofaciales o para procedimientos combinados que
incluían la disección ganglionar en cuello.
La selección y el emplazamiento en piel de
todas las incisiones cutáneas clásicas descritas vino determinado por los
espacios cervicales comprometidos por el proceso infeccioso y la ubicación de
la neoplasia primaria. Se tomaron en cuenta los principios de exposición, adaptabilidad,
y viabilidad de los colgajos confeccionados.
Además, fue necesario considerar en la realización de los diversos
procedimientos quirúrgicos que estas patologías se asociaron con criterios de
severidad como el trismo, obstrucción de la vía aérea, presencia de fascitis
necrotizante, o sepsis (2,3).
En el presente estudio la mayor frecuencia
del sexo masculino, el promedio de la edad por categoría, el predominio de la
etiología odontógena, los antecedentes personales identificados, el germen
aislado, la frecuencia del tipo histológico en glándulas salivales y amígdala,
se correlacionaron con la literatura nacional e internacional (26-33). El
tratamiento médico de las infecciones y la terapéutica adyuvante de las
neoplasias malignas se estableció según lo señalado por el consenso de
infecciones 2018 de la Sociedad Venezolana de Otorrinolaringología y los
protocolos de tratamiento quimioradiantes en Venezuela y Latinoamérica (34,35).
La etiología más común en las infecciones
cervicales profundas fue la odontógena (27,28,34). El periodo de mayor
incidencia correspondió entre los años 2016 al 2019, con un nuevo incremento a
partir del 2022 (3) (ver gráfico 1). Las enfermedades granulomatosas y los
abscesos por quistes congénitos no resueltos quirúrgicamente, también han
representado algunas de las etiologías que se han constatado en la categoría
inflamatoria del estudio. La tuberculosis cervical ha emergido como nueva causa
frecuente de consulta (1). La biopsia de las masas en cuello estuvo indicada
para el diagnóstico diferencial del creciente número de casos de infecciones
por mycobacterias (23). Por otro lado, las dificultades para la resolución
definitiva de los quistes congénitos, coincidió con la aparición de abscesos
cervicales extensos como complicación por sobreinfección de los primeros (24).
El drenaje efectivo de las colecciones purulentas o el desbridamiento de tejido
necrótico se requirió en todas las etiologías.
La incisión de Lahey denominada “utility” o
de utilidad por su fácil ejecución, representó el trazo quirúrgico más
ejecutado en la serie y que estuvo presente en ambas categorías. Dentro de sus
bondades se reconoce que sigue las líneas de tensión, con exposición adecuada,
rápida cicatrización, amplia base de irrigación, protege la bifurcación
carotidea, escaso defecto cosmético, y adaptable a operaciones combinadas en
cuello (15).
El trazo modificado de Bailey es referido
como como efectivo, seguro, de excelente exposición para el nervio facial y
para remover el tumor (4,36). Diversos autores sugieren los colgajos de amplia
base como el colgajo superior adaptable (5). En la literatura revisada las
incisiones modificadas de Bailey, Lahey, Freund, y Garriga se encuentran entre
las más recomendadas según los propósitos para las cuales fueron recomendadas
(4,5,8,37). En la actual serie la aplicación de las distintas incisiones
cutáneas clásicas sobre las patologías no convencionales emergentes resultó en
una adecuada exposición de los campos operatorios, seguido de la ejecución
apropiada de los distintos procedimientos. Los trazos quirúrgicos permitieron
adaptarse a las distintas dificultades surgidas durante el acto quirúrgico.
La tomografía
axial computarizada de cuello provee en los procesos infecciosos una excelente
visualización de los espacios comprometidos, su propagación a otras regiones o
estructuras cercanas como el mediastino, y permite evidenciar adecuadamente la
presencia de gas (27,38,39). La factibilidad de extirpación de una neoplasia y
su cercanía, a estructuras como los grandes vasos cervicales, representan
algunas de las bondades de la tomografía en las patologías oncológicas (36).
Además, se señala que facilita el emplazamiento correcto de las incisiones
(33). Estos aspectos se correlacionaron en ambas categorías de patologías no
convencionales emergentes. Se reconoció su valor como estudios de diagnóstico
de severidad del proceso infeccioso y orientadores en la terapéutica a
ejecutar.
La nasofibrolaringoscopía y la tomografía
axial computarizada permiten una evaluación preliminar apropiada de la región
glótica. Identifican la presencia de alteraciones que puedan dificultar el
acceso intraoperatorio a la vía aérea (27,38). La evaluación de la vía aérea
con el uso de endoscopio por parte del otorrinolaringólogo, es parte del manejo
multidisciplinario requerido durante las maniobras para asegurarla, en conjunto
con el anestesiólogo y cirujano de cabeza y cuello (40).
En la serie, el tamaño tumoral T4, las
voluminosas metástasis regionales, y el edema de los pacientes con fascitis necrotizante
determinaron alteraciones en la anatomía de la región glótica que requirieron
la realización de traqueotomías. La utilidad del nasofibrolaringoscopio y la
tomografía se afirmó en la población estudiada para la evaluación apropiada de
alteraciones de la vía aérea. La tomografía facilito la decisión del tipo de
incisión y su correcto emplazamiento. Los distintos trazos quirúrgicos cutáneos
clásicos brindaron exposición y adaptabilidad a las exigencias surgidas para la
identificación de la tráquea y la elaboración de las traqueotomías.
Durante el periodo señalado se ha
constatado un incremento en el número de traqueotomías abiertas realizadas con
anestesia local ante la imposibilidad del anestesiólogo de entubar la vía aérea
por la presencia de extensas infecciones cervicales profundas o neoplasias. En
ocasiones sin diagnóstico y sin tratamiento previo (1,24,25). Este aspecto se
correlaciono en el estudio, en vista que el 70% de las traqueostomías
realizadas en la serie requirió la ejecución de derivaciones de la vía aérea
con anestesia local. Todos los del grupo central de la categoría neoplásica
requirieron biopsia de la lesión o gastrostomía como procedimiento quirúrgico
asociado.
Dentro de las indicaciones para
intervención operatoria de las infecciones cervicofaciales profundas además del
compromiso de la vía aérea, se incluyen la septicemia, sospecha de fascitis
necrotizante por presencia de gas en la tomografía axial computarizada,
infecciones descendentes, compromiso de dos o más espacios, y trismo (41).
Todos estos aspectos se identificaron como criterios de severidad para
resolución quirúrgica en la categoría inflamatoria de las patologías no
convencionales emergentes. Más del 80 % presento compromiso de tres o más
espacios cervicales. La mitad se asoció con trismo y aproximadamente en un 40 %
se identificaron signos de fascitis necrotizante como enfisema y sepsis.
El drenaje quirúrgico representa el
principal procedimiento quirúrgico a ejecutar en los casos complicados o
severos. Los objetivos del drenaje incluyen la evacuación del material
purulento, el desbridamiento de tejido necrótico, la obtención de muestras de
fluido o tejidos para cultivos y antibiogramas o estudios de anatomía
patológica, irrigación de la cavidad y emplazamiento de un drenaje externo para
evitar la reacumulación del absceso (3,34,42). En el estudio actual la
aplicación de las distintas incisiones cutáneas clásicas sobre las patologías
no convencionales emergentes permitió la ejecución apropiada de los distintos
procedimientos.
Además del replanteamiento del tipo de
incisión, fue necesario aplicar otras innovaciones como el concepto de cirugía
de revisión o “second look”. La
extensión y gravedad de algunos procesos infecciosos determino la necesidad de
requerir varias intervenciones quirúrgicas para apreciar directamente la
evolución del drenaje y desbridamiento (43). Algunos pacientes requirieron
resección de extensos segmentos de piel necrótica.
Neoplasias de las glándulas salivales y
sarcomas, tumores anaplasicos de glándula tiroides, linfomas no Hodgkin, y
metástasis ganglionares de carcinomas escamosos de amígdala pueden presentarse
como lesiones extensas en cuello. El adenoma pleomórfico representa el tumor
benigno más frecuente de las glándulas salivales (36). Los tumores de partes
blandas derivan del tejido mensequimatoso y pueden surgir del compartimiento
musculofascial o del visceral del cuello (44). El tumor anaplásico de glándula
tiroides es una neoplasia poco común, de rápido crecimiento con compromiso de
estructuras cercanas como la tráquea (45). La intervención operatoria seria la
terapéutica indicada en los tres primeros tipos histológicos. Es curativa en
los dos primeros, sin embargo, los cuidados paliativos poseen el principal rol
en el manejo del tercero (33,44-48).
La punción con aguja fina posee poco valor
para el diagnóstico de los linfomas, requiriéndose la extirpación de la lesión
o la biopsia incisional (49). Los tumores orofaríngeos se relacionan con
metástasis ganglionares al momento del diagnóstico. La rica red de drenaje
linfático de la zona drena principalmente a los niveles ganglionares cervicales
(50). En ambos tipos histológicos el tratamiento es adyuvante con quimioterapia
y radioterapia (11,35). Todas estas consideraciones de los cinco tipos
histológicos se hicieron presentes en el presente estudio. La incisión
cérvicofacial de colgajo superior adaptable ofreció una adecuada exposición
para la extirpación total de las neoplasias del grupo lateral de la categoría
oncológica. Los trazos quirúrgicos de Lahey, Perier, y Freund permitieron
adaptabilidad para la ejecución de procedimientos paliativos como
traqueostomías o maniobras hemostáticas en el grupo de tumores malignos centrales
obstructivos de la vía aérea.
La herida quirúrgica oblicua
laterocervical, a la altura del borde superior del cartílago tiroides sobre el
borde anterior del musculo esternocleidomastoideo, es la incisión más expedita
para acceder a los vasos arteriales carotideos y sus colaterales (8). Sin
embargo, la presencia de plastrones adenomegálicos voluminosos puede dificultar
el acceso a los vasos arteriales como sucedió en uno de los casos de la serie.
La opción del trazo de Freund facilitó el rápido abordaje para ligadura de la
arteria carótida externa (21).
El abordaje de la vía aérea y las
hemorragias en cabeza y cuello debe ser multidisciplinario, especialmente
aquellas que se asocian con dificultad respiratoria y signos de hipovolemia. La
participación de varios especialistas en el manejo de este tipo de patologías,
como otorrinolaringólogos, cirujanos, radiólogos, anestesiólogos e
intensivistas, entre otros, incrementa las posibilidades de sobrevida de estos
pacientes y descienden la morbilidad (40,51).
Según la literatura consultada, se señalan
complicaciones relacionadas con la incisión como la infección de la herida,
hematomas, y edema facial. Otras son referidas a la viabilidad del colgajo
confeccionado como necrosis con dehiscencia y retracción del mismo (4-8). En el
diseño de las incisiones debe conocerse la anatomía vascular cervical. Su
correcto emplazamiento, es determinante para que la irrigación sanguínea
alcance todo el colgajo y garantice la cobertura de los vasos cervicales
(18,21). La necrosis de los colgajos e infección se relacionan con la escasa
irrigación y daños en los vasos subdérmicos por la poca planificación en el
adecuado emplazamiento de las incisiones, el cierre inadecuado, las
infecciones, y la hemostasia inapropiada (10). La morbilidad del trazo
quirúrgico en la serie fue baja, y estuvo relacionada con la persistencia de
salida de material purulento en el postoperatorio del drenaje de colecciones
purulentas ya existentes, y la extirpación de segmentos de piel por fascitis
necrotizante. Una complicación estuvo relacionada con la viabilidad del colgajo
referida a una epidermólisis en una incisión cérvicofacial de colgajo superior
adaptable por una neoplasia benigna de glándula parótida.
La gran mayoría de las parálisis faciales oscila entre 6,4 % a 46 %
(10,26,33,36). En la casuística el porcentaje de parálisis faciales se ajusta a
lo reportado en la literatura. Pacientes con patologías quirúrgicas de cabeza y
cuello pueden presentar complicaciones respiratorias, cardiacas, o hemorrágicas
postoperatorias relacionadas al antecedente del hábito tabáquico, a la
severidad o propagación del proceso infeccioso, y al crecimiento de las
neoplasias hacia la vía aérea. Esto implica un incremento de la morbilidad y
mortalidad posterior a las maniobras quirúrgicas, especialmente en situaciones
de emergencia (52,53). Este aspecto se constató en la morbilidad y los
fallecidos durante el postoperatorio inmediato.
El último Papa Magno señalaría que el
respeto de la vida exige que la ciencia y la técnica estén siempre ordenadas al
hombre y a su desarrollo integral (54). En la música la sinfonía comienza con
la obertura. La incisión es la obertura del cirujano (5).