Julio-Septiembre 2003 16
ISSN 1317-987X
 
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Personajes
 





Jacinto Convit: el lado humano de la medicina

Huellas que trascienden en el tiempo



Quizá no imaginaba Convit que el cumplimiento de su deber lo colocaría en el camino del matrimonio. Así, en 1937, en su internado en el Puesto de Socorro, en las periferias del centro de Caracas, conoció a Rafaela Marotta D’Onofrio, con quien se casó 10 años después, el 1° de febrero de 1947. De esta unión, nacieron cuatro hijos: Francisco (1948), Oscar (1949), y los gemelos Antonio y Rafael (1952).

Con Rafaela, quien lo acompaña en sus viajes y apoya en sus proyectos, a quien describe como “cariñosa, una madre abnegada y apasionada, un modelo de mujer que ya no hay”, ha tratado de sembrar en sus hijos el amor al trabajo y a la naturaleza. Los frutos son ostensibles. Antonio es psiquiatra y Rafael es cirujano plástico, y viven en Estados Unidos, donde trabajan en el Manhattan Psychiatric Center, y en el Washington Hospital de la Universidad de Washington, respectivamente. Oscar, quien murió en un accidente de tránsito, se graduó de economista administrador en Houston University, al igual que Francisco. Este último, es el único que vive en el país y tiene una finca donde cría caballos. La tristeza se evidencia cuando menciona a sus nietos, cuatro en total, que están fuera del país.

Sin embargo, el legado de Convit no se reduce a su prole, que bien heredó su pasión por lo que han elegido como vocación. Pues, como bien señala Félix Tapia, inmunólogo, el Instituto de Biomedicina de Caracas “es la gran obra del médico y su verdadero legado al país, más allá del descubrimiento de la vacuna”.

Tras una vida prolífica, a los 90 años, este médico sostiene con vehemencia que no está cansado. Su único anhelo es continuar con el trabajo y preservar aquello que han conseguido, en el aspecto humano y material. De tal modo, resalta entre sus mayores logros el equipo de personas con las que cuenta, quienes han mostrado un alto nivel de compromiso con la medicina y con la comunidad. Esto, asegura, le proporciona la tranquilidad necesaria para que el asomo de la muerte no resulte abrumadora. Que, ¿si le teme a la muerte?. Afirma que no, pues esta es una manifestación de la democracia, pues llega a todos por igual. Él se autodefine como un demócrata por naturaleza.

Este punto coincide con la apreciación de Magali Ramírez, una de sus secretarias, quien le conoce desde hace más de 15 años. Ella, no sin algo de timidez, confiesa que de él ha aprendido la disciplina y el amor por el trabajo; y - aunque resulta difícil definir en pocas palabras cuáles son sus mayores virtudes - se atreve a señalar que “el doctor es incansable, es alguien que no se rinde nunca, siempre tiene algún proyecto y no está pensando en las dificultades sino en las ventajas que pueden alcanzarse”.

Aunque su labor haya sido ardua, Convit no ha dejado de lado su afición de hacer actividades al aire libre, aunque éste ya no sea tan puro como antes. Además, de un tiempo a esta parte, el estudio de la filosofía capta su interés, quizá porque la búsqueda de respuestas no ha cesado para quien ve con pláceme la importancia que ha cobrado la defensa de los derechos humanos. “No hay nada como luchar por el bienestar del hombre. El ser humano necesita sentirse respetado, tener autonomía y poder participar de forma activa en todas las actividades que lo rodean. Cuando las personas sienten que tienen voz y voto en su propia vida, están más felices”.2

Quien tiene tales inclinaciones, que sin rayar en la filantropía han marcado su existencia, señala que, cree en Dios, pero desde una óptica personal: este no está en el firmamento, distante del hombre, sino muy a su lado permanentemente.

Convit, el médico humanista y padre de familia, se perfila como un hombre que, sin autodefinirse como un soñador, pudo darle esperanzas a quienes tenían sus vidas sumidas en una pesadilla, producto de dos males voraces: la lepra y los prejuicios.

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NOTA: Toda la información que se brinda en este artículo es de carácter investigativo y con fines académicos y de actualización para estudiantes y profesionales de la salud. En ningún caso es de carácter general ni sustituye el asesoramiento de un médico. Ante cualquier duda que pueda tener sobre su estado de salud, consulte con su médico o especialista.





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