Las miasis son infecciones de cualquier parte del
cuerpo ocasionadas por las larvas de los dípteros. Estas se alimentan de los
fluidos corporales. Existen dos tipos de dípteros: los dípteros obligados que
se alimentan sobre el huésped hasta completar su ciclo evolutivo tal como la Dermatobia hominis, y los dípteros
facultativos o accidentales los cuales no son parásitos necesarios: en estos
últimos, la mosca deposita sus huevos o larvas en cualquier sitio favorable, en
los orificios corporales o en tejidos necróticos expuestos, como el caso de el Sarcophaga
y la Cochliomya.
Los
cambios patológicos de estas miasis dependen de los hábitos de alimentación de
las larvas. Así tenemos infecciones en el tracto alimentario, nariz, oídos y
ojos, con destrucción del tejido e infección sobre agregada.
Las especies del género Oestrus tienen como huésped natural a
los representantes de la familia Bovidae, tanto silvestres como domésticos; es
decir, ovino, caprino y rumiantes silvestres y afecta principalmente la nariz,
donde deposita sus huevos. La larva invade los senos frontales y a menudo, la
cavidad bucal y ocular. La mosca adulta, mientras vuela, descarga sus huevos
que caen sobre la cara de la oveja. La lesión ocular obedece a la invasión o
migración que realizan las larvas desde la cavidad nasal por medio de las
espinas cutáneas características de su abdomen.
El diagnóstico diferencial debe
hacerse, principalmente, con las larvas de Dermatobia
hominis y de Cochiliomyia hominivorax.
La Dermatobia hominis es un díptero
(mosca) cuya larva es el agente causal de una miasis subcutánea, tumoral, forunculosa, muy dolorosa en sus
estadios finales, conocida con el nombre de miasis cutánea forunculosa o forunculoide. Puede producir
oftalmomiasis, aunque mucho menos frecuente y de evolución con tendencia a la
cronicidad, de presentación quística. La Cochiliomyia hominivorax es una especie de díptero cuya larva (también
conocida como "gusano barrenador") es parásito obligado de los vertebrados
(incluyendo al hombre) y siempre esta asociada a una lesión
cutánea de la piel expuesta.
Otros diagnósticos menos probables,
pero que siempre deben plantearse en casos de sospecha de oftalmomiasis,
incluyen la toxoplasmosis, toxocariosis ocular, la neuroretinitis difusa
subaguda unilateral (producida por un nemátodo) y la cisticercosis. La
observación directa de la estructura larvaria permite descartar cualquiera de
estas patologías.
El caso descrito pertenece a un paciente masculino
de 9 años de edad, con una lesión inflamatoria y destructiva del globo ocular
izquierdo, que concuerda con la biología de la infección por la larva de la
mosca díptera del Oestrus ovis.