El dolor es el
síntoma más universal de cualquier enfermedad y lo ha sufrido en algún momento
prácticamente todo ser viviente. Ha sido
considerado por su característica y trascendencia como uno de los derechos
humanos. Las peores condiciones de
enfermedad y sufrimiento se acompañan de él; y paradójicamente, se relaciona
con el acto más sublime del ser humano, que es el nacimiento. De allí tantos mitos sobre el abordaje del
dolor en las costumbres culturales.(1,2)
Esta presencia
continua del binomio vida – dolor, ha conducido a la humanidad a través de los
tiempos, a interpretar y asumir
el dolor desde muchos puntos de vista. En cuanto al tratamiento, se podrían
resumir algunos de ellos: razonar el tratamiento con base en decisiones aprendidas en la familia,
tolerarlo como muestra de varias situaciones tales como: valor, negación de la
enfermedad o dominio sobre esta; también se toman decisiones como combinar las
prescripciones médicas con los aprendizajes previos en la familia o en la
comunidad.
Entre estas
conductas, se destaca la automedicación, que está definida por la Organización
Mundial de la Salud (OMS) como “el consumo de medicamentos, hierbas y remedios
caseros por propia iniciativa o por consejo de otra persona, sin consultar al
médico”. En esta situación en particular, se relaciona con el uso de productos
con fines analgésicos (medicamentos o productos naturales). Adicionalmente, se define como automedicación
responsable. “la voluntad y capacidad de las personas o pacientes para
participar de manera inteligente y autónoma (informados) en las decisiones y en
la gestión de las actividades preventivas, diagnósticas y terapéuticas que les
atañen”, aunque este concepto va más allá de la
medicación, destaca con claridad la necesidad de tener conocimiento adecuado
para la toma de decisiones y el ejercicio de la autonomía. La automedicación irresponsable por su parte, es aquella donde no
existe entrenamiento ni orientación alguna sobre las decisiones terapéuticas.(3)
La
automedicación responsable es practicada frecuentemente en pediatría, y las
madres son entrenadas para el uso adecuado de los medicamentos en cuanto a
dosis, momento de administración, intervalo entre dosis, identificación de
efectos colaterales y cuando consultar en ausencia de lograr el objetivo
propuesto. En la medicina del adulto,
esta práctica se ha olvidado, y no es frecuente conversar con los pacientes
sobre cuales analgésicos y como debe tomarlos.
Por otro lado,
la enfermedad cardiovascular en una de las condiciones médicas más
frecuentes tanto en Venezuela, como en
el mundo entero. La frecuencia de hipertensión arterial, enfermedad coronaria,
insuficiencia cardíaca en nuestro país es sumamente importante. Estos pacientes, aparte de su enfermedad
cardíaca, suelen poseer muchas otras enfermedades, entre las más destacadas la
diabetes mellitus y la osteoartrosis degenerativa. Ambas no solo producen dolor, por diferentes
mecanismos, sino que también tienen necesidades terapéuticas diferentes; y el uso de medicamentos analgésicos de forma
irracional e indiscriminada, puede acarrear consecuencias deletéreas para cada
una de esas patologías, que podemos resumir como descompensación de la tensión
arterial, insuficiencia cardíaca o de la diabetes, sin olvidar la temida lesión
renal por muchos de estos medicamentos.(4 -8)
Además, no
podemos olvidar posible coincidencia de otras patologías agudas productoras de
dolor como el dengue (especial importancia en nuestro país), traumatismos,
menstruación, cefaleas de cualquier tipo; que generan la necesidad del
paciente con enfermedad cardiovascular de tomar medidas analgésicas, motivos
por los cuales su educación en el tema es de particular importancia.
Es un hecho que
los Antinflamatorios No Esteroideos (AINES) han sido profundamente estudiados
en su relación con exacerbación de la enfermedad cardiovascular (enfermedad coronaria,
hipertensión arterial, insuficiencia cardíaca y arritmias), sin que quede dudas
de esta relación y de la necesidad capacitar
al paciente en esta área sobre la automedicación responsable.(4-6)
Por otro lado, el médico general debe estar
capacitado para la toma de decisiones en el tratamiento del dolor en cualquier
pacientes a nivel ambulatorio, y muy especialmente en este que estudiamos. Es por ello que se plantea la necesidad de
entrenar suficientemente a los estudiantes de medicina durante su formación
clínica especialmente en el último año de la carrera en esta área, para
sensibilizarlos y evitar decisiones iatrogénicas en su inminente práctica
médica.
Los objetivos de este trabajo son: 1) Recolectar información sobre la frecuencia y
algunas características del consumo de analgésicos en pacientes con enfermedad
cardiovascular de cualquier tipo, y 2) Evaluar la eficiencia de un interno de pregrado durante su pasantía de medicina
interna en el último año de la carrera médica en la identificación del consumo de
AINES por parte de los pacientes.