La
frecuencia de recuperación de formas parasitarias patógenas para el humano, en
muestras de arena de playa Quizandal, resultó menor que la señalada en Playa
Blanca (18), donde se encontró una frecuencia del 25% de patógenos. A
pesar de que ambas playas pertenecen al mismo municipio; este resultado
posiblemente se atribuya al hecho de que Playa Blanca es de libre acceso y sin
horario de funcionamiento, ubicada en el casco central de Puerto Cabello;
mientras que playa Quizandal presenta un horario de visitas y de acceso más
limitado.
Considerando
que según el estudio realizado por De Castro et al.(26),
una muestra de arena positiva para formas parasitarias de importancia clínica
refleja una fuente de contaminación fecal, es posible considerar esta playa
como “no apto” para el disfrute de temporadistas. A pesar de esto, durante el
periodo 2013-2014 el Ministerio del Poder Popular para el Ambiente de la
República Bolivariana de Venezuela (27) clasificó como “apta” dicha playa
en las temporadas vacacionales. Esto refleja deficiencias en el sistema de
evaluación de salubridad de las playas venezolanas por parte de organismos
nacionales, dado a que la normativa legal existente no contempla la
determinación de parásitos antropozoonóticos como criterio de evaluación en
comparación con países tales como Brasil (7).
La
recuperación de parásitos patógenos resultó constante tanto en el periodo de lluvia como en el período de sequía,
contrario a lo descrito por Rocha et al.(8) quienes
encontraron mayor frecuencia de parásitos en el período de muestreo en los
cuales se registraron precipitaciones; al igual que Andresiuk et al.(28) quienes obtuvieron la mayor recuperación de
los parásitos en invierno. Este resultado pudiera atribuirse a la existencia de
una fuente de contaminación fecal constante en esta playa.
Rocha
et al.(8) indica que el
número estimado de parásitos en la arena de playa depende de ciertos factores
entre los que se encuentra el grado de afluencia de bañistas durante periodos
vacacionales. En la presente investigación se obtuvo igual proporción de
muestras positivas a patógenos en el período pre-vacacional como en el
post-vacacional, evidentemente sin relación
estadísticamente significativa (p = 0,629),
reiterando la posibilidad de que exista una fuente de contaminación relativamente
constante en esta playa. Es de acotar, que a pesar de que la playa dispone de
baños públicos, en la mayoría de las ocasiones se encuentra fuera de servicio o
bien resultan insuficientes para la cantidad de temporadistas en la playa;
factor que puede favorecer la inadecuada disposición de excretas en la
extensión de la playa, y por tanto la diseminación de parásitos de importancia
en salud pública. Igualmente, otro factor que contribuye a ésta problemática se
encuentra la presencia de perros en estado de abandono que deambulan en la
playa, atraídos por el incremento de los desperdicios de comida generados en
temporadas vacacionales; incidiendo en mayor deposición de excremento animal
con riesgo de trasmisión de enfermedades antropozoonóticas.
Durante
el periodo muestreado, realizado a tempranas horas de la mañana, la temperatura
media del suelo registrada en el instrumento de campo se encontró en un rango
de 28-30ºC, lo cual resulta relevante, ya que la mayoría de las playas en
Latinoamérica presentan suelos arenosos, con temperaturas que oscilan entre
25º-31ºC favoreciendo la sobrevida y desarrollo
de las formas parasitarias infectantes, indicando con esto que
la tasa de desarrollo
aumenta a temperaturas más altas (3). Así pues, la
mayor recuperación parasitaria obtenida según el grado de humedad relativa
correspondió al de arena seca, que puede explicarse al mayor porcentaje de
salinidad de la arena mojada que disminuye la sobrevida de los parásitos, o
bien a un efecto de arrastre o dispersión de los mismos por la marea, relacionándose
esto a lo descrito por otros autores (3,4).
En los puntos 1, 3 y 5 de la playa se obtuvieron mayor frecuencia de
parásitos de interés sanitario, que corresponden a las zonas de toldos, restaurant
y una pequeña laguna natural, respectivamente; similar a lo reportado por
Guerrero et al.(18). Esto
representan las zonas con riesgo potencial de para los temporadistas por ser
sitios de descanso, de mayor afluencia y transitabilidad, favoreciendo la
infección por contacto con la arena. A pesar que durante las actividades de
campo se apreció un servicio de aseo mediante el rastrillado de la playa,
también fue notorio el tránsito de animales en estado de abandono, que denota
la inexistencia del control animal, considerándose por tanto una de las fuentes
de contaminación fecal.
Los patógenos de interés clínico-epidemiológico
encontrados corresponden mayormente a larvas rhabditoides de Strongyloides stercoralis, seguido de larvas rhabditoides
de Anquilostomideos y por último huevos de este mismo grupo, especies que
también han sido registradas en otras investigaciones (15,18) en suelos
de balnearios públicos con gran afluencia turística; evidenciando la
contaminación fecal procedente de animales y humanos. No obstante, dado a que
las larvas observadas fueron mayormente S.
stercoralis y el hecho de que no se hallaron huevos de Toxocara
spp.; permite sospechar que la principal fuente de contaminación fecal sea de
origen humano.
Por lo expuesto anteriormente, surge la necesidad de implementar
estrategias de control y educación sanitaria para la prevención de las
infecciones de origen fecal humano y/o animal en espacios recreacionales, además
de crear programas con la finalidad de disminuir y restringir el paso de
animales por las playas (mascotas o en estado de abandono) ya que constituyen
fuentes de infección de parásitos; así como también promover planes de aseo
para eliminar adecuadamente los desechos y basura presente en la playa. Por
último, se sugiere a las autoridades correspondientes incluir evaluaciones
parasitológicas dentro de los criterios de clasificación de balnearios como
apto o no, en temporadas vacacionales.
Conclusiones
No se encontró relación entre la
recuperación de parásitos con las temporadas climáticas y periodo pre/post
vacacionales, que podría atribuirse a una fuente constante de contaminación
fecal en playa Quizandal. A su vez, la franja lineal a 14 m de la orilla
ubicada en la extensión de la playa representó la zona de mayor riesgo de
contaminación parasitaria para los temporadistas, al predominar parásitos de
importancia clínica para el hombre en las muestras de arena seca (de menor
humedad relativa), con una asociación estadísticamente significativa. De igual
manera, se determinó que los puntos de muestreo a los cuales existen mayor
riesgo de transmisión de parásitos patógenos corresponden a zonas de toldos, restaurant y
en las cercanías de una pequeña laguna natural; con gran transitabilidad de
personas. Además, la presencia de larvas y huevos de Anquilostomídeos y larvas
de Strongyloides stercoralis,
demostraron el riesgo de infecciones antropozoonóticas en la playa estudiada.
Es
importante resaltar la adaptabilidad de los patógenos a las condiciones
ambientales de playa Quizandal, presentando
condiciones de salubridad no favorables para el disfrute de temporadistas,
requiriéndose evaluaciones parasitológicas periódicas a fin de realizar los
correctivos necesarios para disminuir el riesgo de transmisión de parásitos
antropozonóticos.