Se
evaluaron 27 niños obesos distribuidos en 17 (62,96 %) del género masculino y
10 (37,03 %) femeninos, el grupo de edad predominante fue el de 9-11 años con
19 niños (70,35 %) cuya escolaridad en su mayoría correspondió entre 5º-6º
grado; y 29 representantes de niños obesos en su mayoría madres (86,2 %), con
edades predominantes entre 31-40 años (55,2 %) y nivel de escolaridad
predominante de secundaria (bachillerato) 72,4 %.
El
conocimiento de los niños acerca del contenido en proteína de los alimentos
antes de la charla resultó ser regular (< 75 %) mientras el conocimiento del
contenido graso resultó ser adecuado (Tabla 1).
El
porcentaje de respuestas correctas respecto al contenido de grasa de algunos
alimentos, antes de la realización de la charla, fue significativamente mayor
que el porcentaje de respuestas incorrectas. Dichas diferencias significativas
no se detectaron al comparar las proporciones de respuestas correctas e
incorrectas en cuanto al contenido proteico de algunos alimentos (Tabla 1).
Al
comparar los porcentajes de respuestas correctas de los niños obesos respecto
al contenido proteico y de grasa de los alimentos antes y después de la charla,
se observó un incremento estadísticamente significativo después de la
realización de la charla en el conocimiento del contenido proteico de los
huevos, pasando de 58,3 % de respuestas correctas a 87,5 % de aciertos. El
porcentaje de respuestas correctas respecto al conocimiento sobre el valor
nutricional de la carne, leche, queso, yogurt, mantequilla y hamburguesa,
experimentó un ascenso después de la charla, sin embargo, éste no fue
estadísticamente significativo.
El
conocimiento de los niños del contenido en carbohidratos o almidones de los
alimentos resultó ser deficiente (< 50 %) para el plátano, cambur, arroz,
granos, pasta y arepa y regular para el pan, cachapa, yuca y papa (Tabla 2).
Al
evaluar el conocimiento de los niños del contenido en vitaminas y minerales de
los alimentos resultó ser deficiente o regular para los vegetales y regular
para las frutas, con diferencias estadísticamente
significativas para algunos de ellos al comparar las proporciones de respuestas
correctas e incorrectas (Tabla 2).
Al
comparar los porcentajes de respuestas correctas de los niños obesos respecto
al contenido de almidón, vitaminas y minerales de los alimentos antes y después
de la charla se observó mejoría en el porcentaje de respuestas correctas con un
incremento estadísticamente significativo en el conocimiento respecto al
contenido de vitaminas y minerales de la lechuga, el tomate, el pepino, el
repollo, la cebolla y el pimentón.
El
conocimiento de los padres antes de la realización de la charla respecto al
contenido proteico de los alimentos fue deficiente a excepción de los huevos
que fue regular, con diferencias significativas al comparar las proporciones de
respuestas correctas e incorrectas a excepción del yogurt. El porcentaje de
respuestas correctas respecto al contenido de grasa de algunos alimentos, antes
de la realización de la charla, fue significativamente mayor que el porcentaje
de respuestas incorrectas (Tabla 3).
Al comparar el conocimiento de los padres
de niños obesos antes de la charla y después de ésta, se observó un cambio
favorable y estadísticamente significativo respecto al contenido proteico de la
carne, la leche, el queso y el yogurt.
Al evaluar el conocimiento de los padres
del contenido en carbohidratos o almidones de los alimentos resultó ser
deficiente para el plátano y cambur, regular para arroz, granos y arepa,
adecuado para el pan, cachapa, yuca y papa, con diferencias significativas al
comparar las proporciones de respuestas correctas e incorrectas (Tabla 4).
El
conocimiento de los padres del contenido en vitaminas y minerales de los
alimentos fue regular para los vegetales y adecuado para las frutas, con
diferencias significativas al comparar las proporciones de respuestas correctas
e incorrectas. (Tabla 4).
Una
vez realizada la charla se detectó un ascenso en el porcentaje de respuestas
correctas respecto al conocimiento del contenido de almidón, vitaminas y minerales
de los alimentos, siendo estadísticamente significativo respecto al contenido
de almidón en el arroz y los granos, así como del contenido de vitaminas y
minerales en el tomate.
El
90 % de los niños obesos tenían conocimiento acerca de la no conveniencia de
usar salero o agregar azúcar a los alimentos, así como respecto a la necesidad
de tomar agua, inclusive antes de que se realizara la charla. No se
consiguieron cambios estadísticamente significativos al comparar los
porcentajes de respuestas correctas antes y después de la charla (Figura 1).
Figura 1. Porcentaje de respuestas correctas de los
niños obesos de acuerdo a hábitos alimentarios antes y después de la charla.
Se
evidenció una mejoría estadísticamente significativa en el porcentaje de
respuestas correctas de los niños obesos luego de la charla, respecto a su
conocimiento de la relación entre la alimentación y enfermedades como la
hipertensión arterial y los cálculos renales (Figura 2).
Figura 2. Porcentaje de respuestas correctas de los
niños obesos de acuerdo a conocimientos de la relación alimentación -
enfermedad antes y después de la charla.
Los
padres de los niños obesos tenían un conocimiento adecuado en relación al
hábito de tomar abundante agua, pero no acerca de la no conveniencia de usar
salero o agregar azúcar a los alimentos. Luego de la charla se observó cambios
significativos al comparar los porcentajes de respuestas correctas al agregado
de azúcar. Con respecto al uso del salero hubo mejoría pero no significativa
(Figura 3).
Figura 3. Porcentaje de respuestas correctas de los
padres de niños obesos de acuerdo a hábitos alimentarios antes y después de la
charla.
Respecto al conocimiento
de los padres de los niños obesos de la relación entre la alimentación y
enfermedades como la diabetes, obesidad, hipertensión arterial y los cálculos
renales, resultó ser adecuado para los tres primeros pero no para los cálculos
renales. No hubo cambios estadísticamente significativos en el porcentaje de
respuestas correctas luego de la charla (Figura 4).