Las amibas de
vida libre (AVL) son conocidas como
amibas anfizoícas, debido a la capacidad que tienen de existir como organismos de vida libre en
la naturaleza, como ocasionalmente invadir un hospedero y vivir como parásito.
Están ampliamente distribuidas en la naturaleza, por lo que los humanos estamos
en frecuente contacto con estas ellas (1,19).
Las AVL se
reconocen como parásitos emergentes, y se justifica su búsqueda, por el
creciente número de usuarios de lentes de contacto y de personas
inmunosuprimidas, así como las dificultades de diagnóstico y tratamiento (19).
Aunado a ésto, la creciente invasión humana de nuevos espacios perturbando los
ecosistemas, que pueden afectar, la cantidad, la especie de microorganismos y
sus nutrientes, lo que da la posibilidad de establecerse, colonizar y
convertirse en patógenas para el hombre (20). En consecuencia, todos
éstos hechos nos obligan a continuar nuestros trabajos en el Laboratorio de
Amibiasis y al perfeccionamiento de los métodos para evidenciarlos
tempranamente.
Las amibas del género Acanthamoeba son
las más frecuentes, incrementándose la prevalencia de la QA en las últimas
décadas, con el aumento del uso de lentes de contacto (21). Sin
embargo, hay entidades patológicas de menor prevalencia que la QA pero de alto
índice de mortalidad, debido al rápido progreso y gravedad de la enfermedad,
como la EGA Y DA (22).
En Venezuela, no
había sido posible establecer la identificación de especies de aislados
considerados como Acanthamoeba spp.,
bien por la forma heterogénea de presentación morfológica del protozoario o por
no contar con la tecnología, herramientas, información o recursos necesarios
para llevar a cabo tal objetivo. En la actualidad, el único centro de
referencia para el estudio de las amibas de vida libre es el Laboratorio de
Amibiasis de la UCV, donde se hace el diagnóstico de género por morfología y
métodos de cultivo, aunque ya se han implementado las metodologías basadas en
Biología Molecular, siendo pioneros en este tipo de estudios y resaltando la
importancia del conocimiento de estos protozoarios en la epidemiología de
nuestro país.
Para esta
investigación se analizaron 24 aislados de Acanthamoeba, a los cuales se
les realizó un análisis morfológico y molecular con la finalidad de establecer
la especie de cada uno de ellos. El
análisis morfológico se hace de rutina en nuestro laboratorio ya que con la
identificación hasta género, es posible instaurar un tratamiento (4). Kong HH, 2009, señala que la observación de los
cultivos sigue siendo el método más usado y que deben usarse varios métodos
simultáneos, para el hallazgo de Acanthamoeba, en la misma muestra (11)
y otros autores consideran que aún se mantienen los criterios morfológicos de
Pussard y Pons 1977 para la identificación morfológica. (9)
Ninguno de los
aislados se ubicó dentro del grupo I según Pussard y Pons (10), ya
que todos los quistes median menos de 18um. La cantidad de puntas donde el
ectoquiste hace contacto con el endoquiste y el aspecto del ectoquiste,
permitió ubicar a los aislados dentro de los grupos II y III. Al relacionar la morfología de los quistes,
con el tamaño de los productos de PCR obtenidos, se observó que existe
concordancia entre la presencia de quistes lisos (grupo III) con un producto de
700 pb y la presencia de quistes festoneados o plegados (Grupo II), con la
amplificación de un producto de 900 pb (p=0,005).
Los aislados A1,
A3, A10, A11, A16, A17, A18, A19, A20, A21 Y A22 se ubicaron en el grupo III,
además comparten entre sí, la cualidad de que sus productos amplificados por
PCR fueron de 700 pb; un tamaño en pb inferior al esperado de 900 pb, según
Kong y Chung 1996 (17). El
otro grupo, correspondiente a los aislados A2, A9, A12, A13, A14, A15, A25,
A26, A27, A28, A29, A30 y A31, mostraron características morfológicas distintas
al grupo anterior: quistes con ectoquiste liso o plegado (en su mayoría
plegados), significativamente con más puntas y trofozoítos relativamente más
grandes, así como productos de amplificación por PCR para género de 900
pb. Tal heterogeneidad fue inesperada en
los resultados a nivel molecular, ya que se escogió en la literatura los
cebadores utilizados por Kong y Chung (17), debido a que para el
género se podría esperar una pequeña variación entre 910 y 930 pb, para la
mayoría de las especies de Acanthamoeba, excepto A. astronixys, en la cual se podría obtener un
producto amplificado de 1170 pb.
Es posible que
los resultados obtenidos para los aislados del grupo III, se deban a una
alteración de la región altamente conservada que pudo haber modificado las
características fenotípicas de estos aislados. Estadísticamente, se pudo
observar una tendencia a obtener productos de PCR de 700 pb, en aislados
mantenidos en cultivo más 10 años.
Una de las
principales ventajas de realizar un estudio basado en el análisis del gen que
codifica para la sub-unidad ribosomal, es que, al ser una estructura molecular
que posee gran estabilidad con el paso del tiempo, presenta cambios estructurales
pequeños e independientemente de éstos, es posible la identificación de
especies, incluso aquellas estrechamente relacionadas. Sin embargo, numerosos
estudios han comprobado que la porción analizada en este estudio (18S) poseen
áreas de ADN no codificantes o intrones que pueden alterar la estructura
genética, modificar el tamaño de los amplificados por PCR y por lo tanto
afectar la correcta interpretación del mismo (17,18). Esto
claramente, constituye un problema a la hora de comparar con los patrones de
referencia y procurar la identificación de las especies.
Un factor
posiblemente determinante en este estudio es la antigüedad de los aislados,
pues estos protozoarios tienen la capacidad de cambiar sus características
morfológicas y metabólicas de acuerdo al tiempo, temperatura de mantenimiento y
las condiciones de cultivo (19).
La
identificación de las especies mediante RFLP se logró en un 33% del total de
los aislados seleccionados mantenidos en el Laboratorio de Amibiasis de la
Escuela de Bioanálisis. Las especies
identificadas fueron A. castellani para A26, A27, A28 y A29, polyphaga para A9, A12,
A13 y A14 y se obtuvo
patrones solapados, para A15, A25 y A30 impidiendo su identificación
definitiva, siendo compatible con los patrones de A. castellani y A.
polyphaga. Por otra parte, estos resultados se corresponden muy bien con
las especies agrupadas por Pussard y Pons (10), que indican que las
posibles especies para el género Acanthamoeba que exhibían
características morfológicas compatibles con miembros del grupo II pueden ser A.
castellani y/o A. polyphaga.
La clasificación
de Pussard y Pons (10), además de diferenciar los quistes, logra
agrupar ciertas especies, de modo que las que se encuentran en el grupo
II comprenden un amplio grupo entre las que se hallan Acanthamoeba polyphaga
y Acanthamoeba castellanii, y son en conjunto con las del grupo III, los
patógenos más comúnmente aislados de muestras clínicas a nivel mundial (22).
El 50% de los
aislados seleccionados para este proyecto, no presentó productos de digestión
similares a los patrones de digestión con cada una de las enzimas publicadas
por Kong y Chung 1996 (17). Sin embargo, algunos de los aislados con
productos de PCR de 700 pb, generaron patrones de digestión semejantes entre sí
con las enzimas de restricción Hinf I
y Hae III, aun cuando ésto no
permitió su clasificación.
En el caso de A31,
a pesar de que se obtuvo un producto de PCR de 900 pb, el rendimiento de RFLP
no logró ajustarse tras varios intentos, habiendo esto impedido la posibilidad
de la identificación.
Como se
demuestra en este estudio, si bien no es posible determinar las especies de Acanthamoeba, sólo por el estudio microscópico, existen diferencias
estructurales que avalan la clasificación de 1977, en grupos morfológicos y
dichos grupos además presentan diferencias genéticas importantes, lo cual
facilita la diferenciación y en último término la identificación y
genotipificación de los mismos.
A futuro, en el
Laboratorio de Amibiasis de la Escuela de Bioanálisis de la UCV, el estudio del
genotipo, mediante la secuenciación del gen codificante del ARNr 18S de los
aislados mantenidos, esclarecerá si éstos se corresponden con los genotipos más
virulentos. Este hecho constituye un pilar relevante de la presente
investigación, pues propone la posibilidad, de establecer un protocolo clínico
que permita la instauración de la terapia adecuada en cada caso por el médico
tratante, tal como lo sugiere Sissons y cols., (23) quienes
establecen, que se requiere realizar pruebas moleculares para saber si la amiba
encontrada pertenece a una especie patógena conocida y así conocer el riesgo
para el paciente, sobre todo para usuarios de lentes de contacto.