Los pacientes con
patología nodular del tiroides en los
cuales la CAAF no es concluyente, o aquellas reportadas como indeterminadas, muestra insuficiente o neoplasia folicular
son a menudo sometidos a hemitiroidectomía unilateral (9,10). En aquellos casos en los cuales el diagnóstico definitivo
señala CTBD, la CT debe ser
indicada cuando la hemitiroidectomía
única es considerada oncológicamente inadecuada. La decisión de realizar la CT
debe ser individualizada
dependiendo de la estratificación
los pacientes de acuerdo con el riesgo determinado por la clasificación
de la American Joint Committee on Cancer estadificaciòn TNM
(11,12). De una manera general,
realizamos la CT en pacientes con
tumores de alto riesgo. Por el contrario no
la indicamos de manera rutinaria
en pacientes jóvenes o
cuando el tumor es pequeño (tumores de
bajo riesgo). La finalidad de este proceder es evitar el sobre tratamiento en
lesiones benignas o en tumores de bajo
riesgo comparado con la TT inicial.la desventaja de esta conducta es que
potencialmente se ha de realizar una segunda intervención en fecha
posterior(13,14). Nuestra experiencia en 100 pacientes en un período de 15 años
(1984-1999) es comparable a la
reportada por Rafferty et al en Toronto Cánada en el 2007 (15). En este estudio
reportamos una incidencia del 2% de lesiones temporales, y 1% de lesiones permanentes de los NRLs y un 5 %
de HPTP. Estos resultados se comparan favorablemente con los señalados Chao et
al, y Wilson et al en 1998. Adicionalmente, encontramos paridad en nuestros porcentajes de lesiones temporales y permanentes de los
NLRs (Tabla 1). El bajo porcentaje de HPTT
en el grupo CT (4%) puede ser debido probablemente, a que el intervalo
de tiempo entre las operaciones
permitió que se recuperara cualquier lesión reversible causada durante la primera operación y que tuviese lugar la revascularización de las glándulas trasplantadas. En algunas
investigaciones se ha señalado que las glándulas desvascularizadas requieren de aproximadamente 4 semanas para recuperar su función. (14). En esta serie el
transplante de las paratiroides no fue
un factor independiente asociado con un
incremento de incidencia de hipocalcemia temporal, ni en el grupo CT (n = 28, p> 0.9) o del TT ( n = 75, p = 0.48). Así mismo, cuando se
analiza la población estudiada de 175
tiroidectomías, encontramos que la autotransplante no estuvo notablemente
asociada con altos porcentajes de HPTP. Nuestros hallazgos validan fuertemente la práctica de la preservación de la
irrigación de las glándulas
paratiroides y el transplante para
aquellas que se desvacularizan al momento de realizar la tiroidectomía. Los porcentajes de HPTT y HPTD fueron considerablemente más altos en pacientes en quienes las glándulas fueron removidas junto con la pieza. Estos hallazgos muestran
el éxito de los buenos resultados
obtenidos en el transplante de las glándulas;
motivado a que muchas glándulas fueron removidas junto a las piezas operatorias,
el resto del tejido funcionarte que
permanece in vivo puede compensar cualquier alteración temporal o permanente de las paratiroides. Aunque, todos los
cirujanos endocrinos deben identificar y preservar todas las paratiroides, independientemente del tipo de tiroidectomía,
estos resultados apoyan la conducta
que recomienda que al momento de realizar la CT, cuando ha sido removido tejido
paratiroideo en la tiroidectomía subtotal inicial, deben realizarse todos los
esfuerzos posibles para identificar y preservar
las paratiroides, y ante la más mínima sospecha de desvascularizaciòn la glándula debe ser
trasplantada.
Desde la perspectiva de
los sistemas de salud pública. El CTBD
tiene una relativa alta incidencia
y es una afección común que debe ser tratada en centros especializados por
cirujanos endocrinos expertos. La
CT requiere de más días de
hospitalización y mayores gastos que la
TT, pero representa un abordaje más conservador que evita el
sobretratamiento de los pacientes con
nódulos tiroideos benignos, en los cuales la CAAF, es reportada como
indeterminada, insuficiente, o neoplasma folicular.
Conclusiones.
Ante la presencia de
patología nodular del tiroides en la cual el riesgo de malignidad es incierto a
la CAAF (citología insuficiente, indeterminada o neoplasia folicular), la CT
representa una alternativa aceptable y segura.
En los pacientes con marcada probabilidad de que la patología sea maligna debería
realizarse la TT con o sin terapia con yodo radioactivo.
La TT primaria es una herramienta de primera línea para el
tratamiento quirúrgico de este tipo de lesión.
Agradecimiento.
Al
Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de La Universidad Central de
Venezuela por el apoyo para realizar esta Investigación PG N° 09-00-5574-2006.