Acumulado Enero - Diciembre 2023 (93 - 96) 93
ISSN 1317-987X
 
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Salud&Arte
 



Marisol de Macedo
El ser Humano está lleno de poesía

Poemario

Niños de Vargas
I

Alboradas y silencios
se escuchan
en las texturas abandonadas
de lo que antes fue
palpitante esperanza.

El agua liberó
su fuerza roja de quebrantos,
desvistió la mansedumbre
de la montaña
en una danza mortal
de verdes y amarillos,
de piedras grises y blancas.

Se durmió la vida
en la voraz estampida
del río y las quebradas.

Y lo que fue residencia en tierra
se convirtió en barco,
tempestad navegando
hacia el mar otrora blanco.
Y la tierra quebrantada,
ciega en sus dolores,
rompió las alas del hombre,
le hizo regresar al polvo original,
ese del que venimos,
al que inevitablemente vamos.

II

Se durmió la vida
en la voraz estampida
del río y las quebradas.

Y lo que fue residencia en tierra
se convirtió en barco,
tempestad navegando
hacia el mar otrora blanco.
Y la tierra quebrantada,
ciega en sus dolores,
rompió las alas del hombre,
le hizo regresar al polvo original,
ese del que venimos,
al que inevitablemente vamos.

Se durmió la vida
en la voraz estampida
del río y las quebradas.

Y lo que fue residencia en tierra
se convirtió en barco,
tempestad navegando
hacia el mar otrora blanco.
Y la tierra quebrantada,
ciega en sus dolores,
rompió las alas del hombre,
le hizo regresar al polvo original,
ese del que venimos,
al que inevitablemente vamos.

 

III

En las noches,
cuando cesa el movimiento cotidiano,
de la espesura lunar,
emerge un coro de voces
suaves y cercanas,
¡son las voces de los niños de Vargas!...

Esos que alimentan la tierra,
esos que agitan las olas en el mar
buscando el fondo.
Niños de azules profundos,
niños de grises y cañadas,
niños con una sola ala,
en sueño eterno...

¡Esos que se fueron,
pero que vigilan,
que guardan a otros niños
con quienes volarán un día
abrazados y con dos alas!.

 


Acuerdo

I

Déjame rozar
el torrente cálido
de tu cuerpo...
Rosas trémulas
en voraz erupción
que arrasa la transparencia...

Déjame desnudar
el ónix
de tus ojos profundos...
Y en cada pétalo
beberme tu alma,
gota a gota,
lentamente.

Déjame conquistar
tus manos
con arrojado atrevimiento
para recorrerme y descubrirme.

II

Déjame enamorar
tu voz
para que cante
melodías dulces.
Y la suavidad
de la palabra
inunde mis oídos,
más tarde,
mi alma.

Déjame mostrarte
los secretos místicos
de mi alma
y así te enamores
de mi esencia.

III

Déjame mostrarte
los abismos,
los quebrantos

y los pliegues más íntimos
del silencio
para que los habites,
y fijes residencia
en mi.


Confieso
Hubo un tiempo, lejano por cierto, en que las matemáticas daban forma a mi vida... Nada existía que no pudiera simplificarse con una operación matemática... Nada que no pudiera racionalizarse, sumarse, multiplicarse, dividirse, restarse e integrarse... Y durante mucho tiempo, simplificar los hechos cotidianos, los importantes, los trascendentes, los oscuros, los luminosos, me mantenía tranquila y a salvo... Porque los temores no resisten la matemática y cuando no desaparecen, se duermen... ¡Al menos eso creía yo!...

Y un día cualquiera, de esos en que la vida amanece más temprano, nos sorprende y nos sacude, descubrí con extrañeza que en esos amaneceres poco sirve la matemática y su multitud de operaciones... Y esa sorpresa no pudo ser otra que la de enamorarme de cuerpo, de alma, en colores intensos, con la pasión auténtica, única de la que solo somos capaces los seres humanos... Esa que nos hace sortear abismos, pero reaccionar con torpeza ante la levedad de un roce... Esa que nos permite hacernos dueños de las situaciones, para luego naufragar en el sabor tenue de un beso... Esa que nos indica el camino, pero en un mismo compás nos cuenta de extravíos.

Y entonces, enamorada y sorprendida, desnuda de matemáticas y teoremas... Tuve que abrir la ventana para asomarme a la vida sin subterfugios y con los temores ya resucitados... Puedo decir que lo hice bien, que mi nueva condición de libertad fue exitosa, pero estaría mintiendo...

Es necesario decir que a pesar de la plena libertad, ¡me equivoqué mucho y lastimé otro tanto!. A mi misma y a los seres que el amor me descubrió... No logré sincronizar mis silencios, pensamientos, percepciones y emociones, fue entonces cuando descubrí que se puede llegar un segundo tarde cada vez, por falta de atención o miedo, por racionalidad exacerbada o ansiedad desbordante... Pero el mayor de los descubrimientos fue ver como ese instante de tardanza puede cambiarnos radicalmente la vida y ser determinante para mostrarnos la tristeza...

En ese tiempo aprendí de mixturas y de abandono... Supe como el amor, la tristeza y los temores pueden mezclarse y llenar todos los espacios... ¡Aprendí a correr!, olvidando con torpeza que no es justo abandonar a quien tanto nos ama, a quien tanto amamos... Aprendí que hay heridas hondas que pueden tardar mucho en sanar, aprendí de mis propias miserias y sitios de oscuridad. Más tarde, unos cuantos años después, siendo yo la abandonada, la vida esa amiga implacable, hacedora de seres humanos, me enseñó que llorar de abandono es mejor que desertar, abandonando lo esencialmente amado e igualmente llorar.

Cuando pensé que ya regresaba la calma y rescataba fórmulas, teoremas y operaciones... Aprendí de la muerte y su guadaña, de sus decimales; descubrí inesperadamente la profundidad de la ausencia, la importancia de estar con quien amas y de oírlo tanto como sea necesario...

Fue el momento de recoger las escasas herramientas y ponerme en marcha hacia alguna parte, pero no huyendo, por el contrario, definitivamente dispuesta, segura de construir, de levantarme en algún lugar. Tuve entonces que desvestir una por una mis tristezas, reconocerlas, palparlas y enjugarlas con el bálsamo de la soledad que sana...
Con las heridas ya limpias, fue necesario aprender de cielos estrellados, de lluvia dentro y fuera,... de poesía y fotografía, de abrazos y de carencias... En esfuerzo sostenido, encendiendo fuegos que ahuyentarán las dudas para no quebrarse de miedo, aprendí que el amor y el aprendizaje son gemelos que siempre renacen y lo que menos importa es ¿cuándo, dónde y por qué?...

Y me desperté nuevamente sorprendida porque amanecía más temprano para enamorarme otras veces con los colores y la intensidad, el sobresalto y la torpeza, la dulzura y los silencios, el deseo y las palabras... Bebí de las mieles del romance generoso y la entrega; deleité uno a uno mis sentidos; descubrí mil veces más al amor recién nacido; sufrí despedidas; sentí las nostalgias y ausencias del desamor, la tristeza profunda y las tormentas recias del abandono.

Entonces, desnudé una vez más las tristezas y las sensaciones... Entre infusiones de hierbas y poesía, lloré todas las penas, las carencias recién estrenadas y más... A la mañana siguiente, sembré por enésima vez los espacios destruidos para restaurar los pedazos rotos de fe, decidí caminar hacia el horizonte con el espíritu a cuestas, sin sumar los kilómetros que faltaban para mi próximo destino, sin restarle ningún detalle a las vivencias, sin pensar en exactitudes o divisiones, apenas multiplicando, alimentando las ganas de crecer y la certeza que habita el interior de todas las semillas.

Descriptiva
Inevitable
Insinuante

Desde el silencio
oigo florecer
a los Apamates
en la mezcla púrpura
de las tristezas.

A través de la mañana
miro el susurro lento
del viento golpear la ventana.

Anuncios de batalla
entre un desamor
y la ausencia próxima.

Apuro en la penumbra
un sorbo de esperanza nocturna,
mientras cuento la estampida
de las ultimas luces del día.

Y un latido
emerge,
vibra.

Se desviste en humedad,
en oquedad
mientras con solitaria insistencia
¡te pienso!.


El susurro ineludible
de la piel
se tornó
en transpiración,
en almizcle.
¡Me supo a hierbas!.

Y la poesía exhausta
se quedó dormida
en la tibieza
de tu regazo.

Entonces,
vino el tiempo del silencio,
un bivalvo
guardando los tesoros
del deseo.


Tus manos sollozan
sobre la humedad silenciosa
de mi espalda.

Tus labios en cautiverio
recorren un Atlas amado,
conocido.

Tus ojos cuentan
fábulas apasionadas,
dulces,
envueltas en oropel,
en ropajes brillantes,
en lágrimas...

Tu ser entero,
auténtico,
anhelante,
volcado a la conquista
de tierras que sabes
de memoria...

Tu voz
tejiendo notas,
melodías impregnadas,
repletas de ansiedad,
ansiedad de estar,
ansiedad de ser...

Poesía por doquier
Ratón de biblioteca
Amante de lo microscópico
Un nuevo reto y un mensaje
Poemario

NOTA: Toda la información que se brinda en este artículo es de carácter investigativo y con fines académicos y de actualización para estudiantes y profesionales de la salud. En ningún caso es de carácter general ni sustituye el asesoramiento de un médico. Ante cualquier duda que pueda tener sobre su estado de salud, consulte con su médico o especialista.





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