La presión de aseguradoras y servicios que
requieren estadísticas, la moda de la Medicina Basada en la Evidencia y la
pretensión de dar "bases científicas" a las psicoterapias, han contribuido a
que se estén realizando estudios experimentales, promovidos y apoyados,
incluso, por la International Psychoanalytical Association.
Parece una necesidad obvia, pero pasa por alto
que en la reciente historia varios epistemólogos, como Kuhn, Feyerabend,
Lakatos, Laudan, Agassi, Bartley y Watkins, mostraron que los estrictos
criterios verificacionistas que proponía el positivismo del Círculo de Viena,
así como el criterio de "˜falsabilidad"™ que proponía Popper, eran impracticables
para la ciencia. Entonces, se pasó al uso de análisis estadísticos y a una
concepción probabilística de ciencia. Sin embargo, su aplicación a las
psicoterapias se complica desde el inicio, pues habría que empezar por definir
qué y cómo se va a objetivar. En tal sentido, Waelder ha hecho notar que
los "estudios longitudinales
prospectivos con control experimental requieren variables simples y discretas
que no cambien cualitativamente durante la recolección de observaciones, lo
cual sólo se da en las ciencias exactas, en las partes de la biología
reducibles al marco físico-químico, o en la manipulación experimental de
variables exógenas." (30)
Algo similar plantea André Green cuando duda
de que la realidad psíquica pueda ser conocida por el estudio de funciones
aisladas, como es el procedimiento habitual de la ciencia. Green opina que,
intentando apegarse a cierto tipo de metodología considerada la auténticamente
científica, lo primero que hacen los investigadores es reducir los síntomas a
categorías que se puedan registrar, pero dando una imagen caricaturescamente
simplificada del psiquismo. Las exigencias del método deforman lo estudiado, a
pesar de lo cual se le hace pasar por el objeto que inicialmente se exploraba.
Así, dice Green, lo que interesa de un fenómeno psíquico ya no es su naturaleza
o su estructura, sino lo que de estas es objetivable, aún si lo que se puede
objetivar resulta poco significativo (31).
Precisamente la dificultad de transformar lo
psíquico en variables objetivables hace que no sea de extrañar la paradoja de
que desde el ámbito psiquiátrico se exijan estos estudios, por ejemplo, el de Leichsenring
y Rabung (32) y luego se
critique su metodología como las que le hicieron varias publicaciones.(33,34,35,36)
Críticas, en efecto,
metodológicamente válidas, pero no sólo porque se pueden perfeccionar este tipo
de estudios, sino porque, a mi parecer, la dificultad para comparar pacientes
con diagnósticos inciertos, cuestionables, múltiplesy muchas veces poco
fiables y poco válidos; la dificultad de definir criterios de psicoterapia
dinámica(o de cualquier tipo, porque creo que el problema es el mismo
para las distintas psicoterapias); la dificultad para comparar a distintos
terapeutas; la dificultad para definir las variables a medir, sean síntomas o
lo que sea, y medirlas desde fuera de la relación terapéutica, etc., harán que
cualquier estudio de este tipo sea fácilmente cuestionado. Aunque las mismas
críticas podrían aplicarse a una buena parte de los estudios psiquiátricos en
general. Además, tanto a unos como a otros los acecha el peligro de forzar
método y estadística para dar los resultados positivos que se esperan. No hay
que olvidar que hay dinero en juego.
Aun así, la posible perversión del método
científico no tiene que ser la justificación para no usarlo y tampoco creo que
se deba desechar a priori la aplicación de estudios longitudinales, al menos
como una perspectiva más en cuanto a aspectos objetivables de las
psicoterapias. Así, el psicoanalista norteamericano Lewis Aron considera que la
investigación y el soporte empírico le vendrían bien al psicoanálisis en
términos de mayor prestigio académico y cree que sería valioso demostrar que el
psicoanálisis puede aportar cosas distintas a otras terapias, sin por ello
tener que "comprar" todos los modelos simplistas de lo que es ciencia.(37)
En esta misma línea, en otro artículo me he
referido a la posibilidad de utilizar las matemáticas de la lógica borrosa, más
afín a realidad "multivalente" y de límites difusos. Pero tampoco se puede
evitar el tener que manejar variables aisladas que puedan ser objetivables y
manipulables, desvirtuando en buena medida la complejidad psíquica. A esto se
ha llamado "falacia de reificación", esto es, la tendencia a convertir
entidades abstractas de difícil cuantificación y con cualidades lógicas de
difícil determinación, en entidades lógicas ajustadas a un determinado esquema
conceptual. Así, desde que lo escribí, se me ha acrecentado el temor que allí
exprese: "después de tantos años adorando al Dios de las matemáticas como el
único y verdadero, es fácil volver por atajos disimulados a su altar. El
peligro de la borrosidad sería olvidar su significado y tratar de usarla como
excusa para esa tan ansiada búsqueda de la verdad última". (38)
Recordemos que los estudios experimentales y estadísticos
no son la única metodología científica, y que el psicoanálisis avanza a través
de "paradigmas" (incluso paradigmas metafísicos), teorías que son útiles
temporalmente hasta que son sustituidas, tal como planteó Kuhn que hace la
ciencia. O, como decía Lakatos, gracias a la competencia entre "programas
rivales de investigación".(39)
Esto es lo que opinaba Green al decir que, en
la historia del psicoanálisis, la evolución de muchos conceptos teóricos o
técnicos sigue el modelo de la refutabilidad científica, desde unas escuelas
psicoanalíticas hacia otras, por medio de su propia metodología.
Sin embargo, cabría preguntarse si existe más
de una metodología psicoanalítica, como dice Stephen Mitchell(40),
para quien se han venido desarrollando tres estrategias: el empirismo, el
acercamiento a la fenomenología y el enfoque hermenéutico/constructivista. Pero
las tres, señala, pueden ser cuestionadas: a) el empirismo (que busca pruebas
de validación fuera del terreno psicoanalítico) porque hay que tener en cuenta
el peligro de que para poder aplicar metodologías provenientes de otras
disciplinas, haya que deformar el objeto de estudio; b) el acercamiento a la
fenomenología, porque puede ser una forma de realismo ingenuo, ya que si bien
se supone que el analista no posee el acceso a la verdad, se da por descontado
que sí lo tiene el paciente aunque lo desconozca; y c) la
hermenéutico/constructivista, por el riesgo de relativizar todo método y
búsqueda de verdad, aunque sea parcial.