Enero-Marzo 2005 22
ISSN 1317-987X
 
Buscar




Salud hoy
 





Genes y medio ambiente, peligrosa mezcla cuando se trata de adicción

Patología de compleja formación


Por doloroso que resulte, las personas adictas tienen algo en común: están enfermas y no reconocen su situación. Pese a esta negación, existen las evidencias. La OMS aplicó estos axiomas y elaboró seis criterios para facilitar el diagnóstico clínico, estableciendo como parámetro entre el bienestar y el infortunio, la consumación de tres o más de esos requisitos, en cuyo caso se estaría en presencia de un ser humano que necesita ayuda. Los principios que caracterizan a las personas adictas son los siguientes:
  • Sienten un deseo intenso de consumir la sustancia.
  • Tienen dificultades para controlar el consumo (inicio, erradicación o cantidad) de esa sustancia.
  • Presentan el síndrome de abstinencia, bien sea: cuando consumen la sustancia para evitar los síntomas, cuando disminuyen o intentan detener el consumo de la sustancia, o cuando consumen otra sustancia muy parecida.
  • Necesitan consumir mayores cantidades de la sustancia para alcanzar los efectos originales producidos con dosis más pequeñas (tolerancia).
  • Renuncian a otras fuentes de placer y diversión distintas a la sustancia consumida; incluso, le dedican más tiempo a su búsqueda y tardan más en recuperarse de sus secuelas.
  • Aún sabiendo las consecuencias perjudiciales inducidas por la sustancia, no dejan de consumirla.

Ese común denominador de las personas adictas (el estar enfermos) no es producto de la casualidad, sino de la interacción de factores ambientales, psicológicos, emocionales, biológicos e incluso, genéticos. Es decir, esta enfermedad surge de la confluencia de variables ambientales e individuales, propias de cada hombre y de cada mujer. Por eso, “el hecho de probar estas sustancias no conduce necesariamente a la dependencia, pero cuanto mayor sea la frecuencia y la cantidad consumida, mayor es el riesgo de volverse dependiente” (OMS, 2004: 33).

Como lo sostiene el Dr. Pedro Delgado, Psiquiatra de Humana Desarrollos en Bienestar Integral, C.A, “las adicciones son de origen multifactorial, es decir, se necesita la suma de varias cosas. Puedes tener una carga genética y una predisposición, pero si nunca estás en un ambiente donde se consume y nunca consumes una sustancia, no la vas a desarrollar (la adicción)”.

Para la Dra. Nora Volkow, Psiquiatra y Directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA), no es fácil decir si una adicción involucra más aspectos genéticos que ambientales, o viceversa. “Para desarrollar la drogadicción requieres la presencia de la droga. Si tienes los genes pero no hay una droga accesible, nunca te vas a volver adicto. Pero dentro de ese concepto hay genes que son más probables de heredar, y si tienes exposición una o dos veces a la droga, vas a caer en un cuadro compulsivo. Vas a caer en el uso de droga sólo si tienes acceso a la droga, pero al mismo tiempo si tienes acceso a presión ambiental muy estresante”.

Tener contacto con la droga y consumirla son, quizás, los pasos decisivos para que alguien se haga dependiente. Decisivos y no vinculantes, porque muchas personas experimentan con diferentes tipos de sustancias a lo largo de sus vidas y no llegan a presentar los síntomas característicos de la adicción. “Los retos sociales, la curiosidad, la evasión, la idea de que se tiene fortaleza suficiente para probar y no continuar, pueden determinar la primera experiencia con drogas y sus complicaciones futuras”, señaló la Dra. Lucimey Lima, Psiquiatra del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC).

A su juicio, en la dependencia juega un papel trascendental el contexto individual de cada quien. “Además de los factores biológicos propiamente dichos, ya sean genéticos o relacionados con las modificaciones del sistema nervioso central producidas por las drogas (lo que incluye la modificación plástica de circuitos cerebrales determinados y relacionados con los mecanismos de la adicción), existen estructuras de personalidad y eventos psicodinámicos que perpetúan el abuso”.


Circuito del placer
Si bien son distintos los ingredientes que participan en la adicción, los resultados cerebrales suelen ser los mismos: gratificación, recompensa, satisfacción. Por eso, es muy difícil abandonar la fuente productora de esa sensación estimulante aun cuando se conocen sus efectos nocivos.

“El cerebro dispone de sistemas que han evolucionado para guiar y dirigir el comportamiento hacia estímulos que son esenciales para la supervivencia. Por ejemplo, los estímulos asociados con la comida, el agua y la pareja activan vías específicas y refuerzan comportamientos que llevan a la consecución de los respectivos objetivos. Las sustancias psicoactivas activan artificialmente estas mismas vías, pero de forma muy intensa, produciendo un aumento de la motivación para continuar con este comportamiento” (OMS, 2004: 20).

Las sustancias no actúan de la misma manera ni en el mismo lugar ni sobre los mismos neurotransmisores, “aunque el efecto final de todas las drogas de abuso es más o menos el mismo”, explicó el Dr. Delgado. “Todas terminan, por diferentes vías, activando el circuito del placer, el cual está básicamente modulado por la dopamina. El alcohol, el tabaco, los opioides, las anfetaminas, todas las drogas, todas trabajan igual. El cerebro no distingue si es legal o no”.

La dopamina es el neurotransmisor que más se vincula con el movimiento y la conducta emocional, y las sustancias psicoactivas alteran precisamente las concentraciones de esta sustancia en el núcleo accumbens, “una zona del cerebro muy importante que está implicada en la motivación y el aprendizaje y en el señalamiento del valor motivacional de los estímulos” (OMS, 2004: 20).


¿Cómo las drogas alteran a este neurotransmisor? Hay varias formas. Pueden simularlo en sus efectos reconfortantes, bloquear la función cerebral normal o perturbar sus procesos de almacenamiento, liberación y eliminación.

El Dr. Delgado lo expone de la siguiente forma: “Si como consecuencia de un problema genético no se fabrica un neurotransmisor, se fabrica poco o se fabrica alterado, o un receptor del neurotransmisor está alterado, eso implica que esa célula va a alterar su funcionamiento. Al alterar su funcionamiento, cuando esa persona entra en contacto con una sustancia externa como la droga, puede haber un clic entre la alteración que tiene la célula y el efecto de esa sustancia. Entonces, por ejemplo, si hay una alteración en la fabricación de dopamina, y tú consumes una sustancia que libera más dopamina, evidentemente vas a tener la necesidad de consumir esa sustancia para que tu célula libere más dopamina y tú te sientas bien”.

Al estar en el interior del cuerpo humano, las sustancias psicoactivas producen los mismos efectos placenteros que los estímulos biológicamente necesarios para su supervivencia (comida, agua, peligro), pero de manera más aguda, lo que dificulta la rápida y oportuna diferenciación por parte del cerebro. Mientras más expuesto se esté a la droga, mayores son las asociaciones entre ésta y las fuentes primarias de placer, lo que se traduce en mayores probabilidades de repetir el consumo en búsqueda de respuestas conductuales y neuroquímicas aparentemente fructuosas.

Introducción
Patología de compleja formación
Cuando la edad y el contexto importan
Los genes pueden ser los responsables
Informar es colaborar
Rumbo a lo desconocido

NOTA: Toda la información que se brinda en este artículo es de carácter investigativo y con fines académicos y de actualización para estudiantes y profesionales de la salud. En ningún caso es de carácter general ni sustituye el asesoramiento de un médico. Ante cualquier duda que pueda tener sobre su estado de salud, consulte con su médico o especialista.





Instituto de Medicina Tropical - Facultad de Medicina - Universidad Central de Venezuela.
Elaborado por el Centro de Análisis de Imágenes Biomédicas Computarizadas CAIBCO,
caibco@ucv.ve
Este portal ha sido desarrollado gracias al apoyo del Fonacit