Enero-Marzo 2005 22
ISSN 1317-987X
 
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Salud hoy
 





Genes y medio ambiente, peligrosa mezcla cuando se trata de adicción

Los genes pueden ser los responsables


“Antes pensábamos que cualquier persona que estuviera expuesta al consumo de una sustancia adictiva desarrollaba una adicción, y que en ello influía el medio ambiente. Hoy en día sabemos que no todo el mundo desarrolla una adicción”, explicó el Dr. Delgado.

Como no todo se debe al efecto de la sustancia, ni a la falta de voluntad de los consumidores ni a los cambios observados en el entorno, para el Dr. Delgado “lo más importante es la predisposición. Tú colocas a dos personas en el mismo medio ambiente y en presencia de las misma sustancia, a lo mejor uno desarrolla una adicción y el otro no. El que la desarrolla es porque tiene una vulnerabilidad genética”.

Dicha dotación genética explicaría, por ejemplo, por qué una persona expuesta constantemente a sustancias psicoactivas no desarrolla dependencia. En este caso, tal como lo confirmó la Dra. Volkow, las personas pueden tener genes tanto protectores como sensibles a la adicción.

“Hoy en día sabemos que hay ciertos genes que se transmiten familiarmente, de padres a hijos, que predisponen a una persona a tener una adicción”, señaló el Dr. Delgado. “En el caso del alcoholismo, el 98% de los hombres bebe, pero solamente un 10% ó 13% desarrolla alcoholismo, porque ese porcentaje tiene la carga genética. El otro porcentaje puede que beba, que incluso muchas veces se exceda, pero no desarrolla alcoholismo”.

Por su parte, la Dra. Lima también hace referencia al alcoholismo, al afirmar que “parece existir una predisposición familiar mediante factores genéticos, muchos de los cuales son desconocidos. En animales de experimentación que se han hecho dependientes de alcohol etílico, se ha detectado una disminución de la inervación (suministro o distribución) de dopamina y de la serotonina, otro neurotransmisor crucial en múltiples funciones cerebrales; además de un aumento de la inervación inhibitoria del neurotransmisor ácido gamma-aminobutírico”.

A pesar de estos avances, la Dra. Volkow recuerda que “los genes que se han identificado no son muchos por ser un área muy nueva”. A su vez, hace la siguiente acotación: “Los genes que se han identificado son protectores, por ejemplo, en el área de la nicotina. Existe un gen con una modificación que no te permite metabolizar la nicotina, de tal manera que esa gente que tiene ese gen acaba teniendo niveles de nicotina muy altos en su sangre, lo cual hace que la nicotina sea experimentada como muy agresiva, muy desagradable. Entonces, después de ese proceso placentero, el fumar puede ser un proceso negativo. Este gen en particular -continúa la Dra. Volkow- funciona a través de toda tu vida”.

“Las diferencias genéticas pueden influir en muchos aspectos del consumo de sustancias, como los efectos subjetivos placenteros. Los factores genéticos también pueden modificar mucho la toxicidad de una sustancia, en lo que se refiere tanto a la sobredosis como a los efectos crónicos sobre la salud. La genética también puede afectar a la intensidad de los efectos psicoactivos de determinadas formulaciones y dosis de una sustancia, al desarrollo de tolerancia, a los síntomas de abstinencia y al deseo compulsivo de consumirla” (OMS, 2004: 24).

Es decir, la vulnerabilidad genética descrita por los expertos no se limita únicamente a la existencia o no de predisposición, pues también se relaciona con las consecuencias genéticas provocadas por las sustancias psicoactivas después de consumirlas.

“Más que la predisposición -acota la Dra. Lima- las modificaciones genéticas producidas por el consumo de drogas pueden ocasionar el abuso y la dependencia, así como el deterioro irreversible de varios órganos, principalmente el cerebro. Por ejemplo, parece ser que la administración repetida de cocaína induce la expresión de 109 genes, los cuales incluyen una variedad de proteínas relacionadas con el metabolismo, la transducción de señales, los mensajeros intracelulares, entre otros. Esto significa que la comunicación química entre las células está francamente afectada luego del consumo de sustancias, lo cual podría influir determinantemente en el abuso y en la adicción”.

La Dra. Lima también recuerda que, aun cuando existen diferencias notables entre los distintos tipos de sustancias, hasta los momentos no se tienen variaciones claras en su expresión genética. “Es un campo de investigación muy candente. Estos grupos, cuyo consumo son un real problema de salud pública, incluyen: 1) cafeína (café y té); 2) nicotina y alcohol, además con benzodiazepinas y barbitúricos (es decir, tranquilizantes y somníferos); 3) marihuana; 4) psicoestimulantes (cocaína, anfetaminas), y 5) alucinógenos (ácido lisérgico, éxtasis)”.

Además, destaca la existencia de otros factores biológicos, distintos a la genética, que inciden en la dependencia. Se trata de ciertas “modificaciones bioquímicas cerebrales ocasionadas por eventos de vida, evolutivas y ambientales”.
Introducción
Patología de compleja formación
Cuando la edad y el contexto importan
Los genes pueden ser los responsables
Informar es colaborar
Rumbo a lo desconocido

NOTA: Toda la información que se brinda en este artículo es de carácter investigativo y con fines académicos y de actualización para estudiantes y profesionales de la salud. En ningún caso es de carácter general ni sustituye el asesoramiento de un médico. Ante cualquier duda que pueda tener sobre su estado de salud, consulte con su médico o especialista.





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