Sin haber sido nunca un político de oficio Federico Moleiro siempre estuvo vinculado con movimientos progresistas de la Universidad y alrededor de todo el país. Incluso cuando tenía 16 años fue víctima de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, pues pasó tres meses y medio encarcelado tras las rejas de la seguridad Nacional.

- ¿Qué piensa de los cambios políticos que están ocurriendo en Venezuela y qué opinión tiene de la constituyente?

Yo creo que es importante. Está ocurriendo un hecho histórico transcendental. Un cambio; una sustitución de una dirigencia política caduca, corrupta, que llevó al país al deterioro severo en que se encuentra. Creo que es imprescindible e impostergable que esta situación cambie. Difícilmente los pueblos se equivocan al elegir.

El 90% de la opinión popular, con todas las limitaciones y trampas que se hicieron durante el proceso electoral, ganó con una amplia mayoría, es decir, que ante la evidencia hay que rendirse porque si el pueblo decidió eso es porque vio la necesidad de que tenía que haber un cambio.

Yo creo que el proceso constituyente es fundamental e indispensable porque sólo una nueva reformulación del Estado como tal, en su estructura de funcionamiento como en sus preceptos fundamentales de los nuevos Estados Modernos, es indispensable que ocurra y eso sólo puede suceder a través de un poder constituyente originario. No pueden dictar las pautas de un país unas cúpulas corruptas que como todos sabemos degradaron a este país en todos los aspectos. Y no hablemos del aspecto social porque en una nación con los recursos que posee no tiene derecho en lo más mínimo a que tenga un 80% de población pobre, de la cual 43% está en pobreza crítica y 27% en pobreza extrema.

- ¿Cuáles serían para usted las prioridades en el ámbito cultural y del sector salud que se deberían incluir dentro de la agenda constituyentista que se desarrolla actualmente en nuestro país?

- Primeramente, todos los gobiernos han tomado la política cultural como la hermana menor, la hermana pobre del reparto del presupuesto. Como un añadido que casi lo llegan a catalogar como un lujo y no como una necesidad. Eso es totalmente lo contrario. Un pueblo ignorante es autor de su propia destrucción como lo dice Bolívar.

Un científico eminente o un tecnólogo extraordinariamente eficiente, no lo es de manera integral, si no tiene una formación cultural adecuada. El ejemplo notable es Ernesto Sábato, el gran escritor argentino, quien fue un físico atómico notable y es uno de los mejores escritores latinoamericanos de todas las épocas. Sábato es un ejemplo de cómo se debe compaginar la formación científica con la cultural. En Venezuela, hay ejemplos muy notables como Lazo Martín, un gran poeta que fue médico; Félix George, a quien considero uno de los mejores escultores de nuestro país.

Ahora con respecto al sector salud, creo que está en el subsuelo. Los últimos 40 años de gobierno acabaron con la salud pública venezolana porque, sin pretender tomar partido y defender una dictadura tan horrenda como la de Pérez Jiménez, existía en Venezuela un muy bien estructurado sistema de salud pública y los hospitales, la prevención primaria y los registros epidemiológicos del Ministerio de Sanidad eran excelentes. Todo eso se vino abajo en 40 años y, no sólo se acabó, sino que al parecer el remedio que pretendieron ponerle fue peor que la enfermedad porque es un disparate pretender que en un país con altos niveles de pobreza pueda cimentarse la salud pública en los seguros privados.

- Entonces, ¿Cuál cree usted que es la causa ante todo este problema?

Hay una serie de razones que permitieron todo esto. Entre una de las razones está ese estado hipertrofiado y dentro de éste, los organismos de atención de salud. La concepción de la gente que gobernó este país durante 40 años era tan peregrina, tan ignorante en planificación estatal y de salud que no se dieron cuenta de que un estado no puede crecer en empleados infinitamente, sino que tiene que crecer en eficiencia y, por ese camino, acabaron con la salud, la educación, el empleo y, por consiguiente, aumentó la pobreza.