Se ha sugerido, que la obesidad es un estado de bajo grado de inflamación
crónica, caracterizado por una producción anormal de citoquinas y un incremento
de reactantes de fase aguda. Los procesos inflamatorios y la respuesta inmune,
pueden tener un rol en el inicio precoz de lesiones ateroescleróticas y en la
etiopatogenia del síndrome metabólico (29,30). En este estudio, se
encontraron mayores valores plasmáticos de Fibrinógeno y PCRus en los
obesos, que en los eutróficos, condición
que no se halló con el TNF-α, a pesar que según la literatura en los individuos
obesos, su expresión se incrementa hasta 2,5 veces y se correlaciona
positivamente con el grado de obesidad y de hiperinsulinemia (31).
Estos resultados, están en concordancia, con el estudio AVENA, realizado en
España, en adolescentes con obesidad y sobrepeso, quienes encontraron elevación
significativa de la PCRus y no así, del TNF-α. Según el estudio AVENA, el
mecanismo por el cual la obesidad promueve un incremento de los valores de PCR,
pudiera ser debido a una mayor producción de citoquinas, inducidas por los
adipocitos, tales como el TNF-α y IL-6, las cuales estimulan la producción de
reactantes de fase aguda, por el hígado (32). La PCR, se asoció con el grado de adiposidad, la
distribución central de la grasa y la hiperinsulinemia postprandial, al presentar una correlación con el IMC, AG,
CC e insulina postprandial. En los adultos la PCR, ha mostrado importantes asociaciones con
enfermedades cardiovasculares y es considerada como un factor de riesgo
cardiovascular, pudiendo afectar desde la infancia las arterias, produciendo
disfunción endotelial, más por la cronicidad que por las concentraciones
elevadas. La disfunción endotelial favorece el desarrollo del
proceso inflamatorio al aumentar la expresión de moléculas de adhesión y
citoquinas, que inducen el reclutamiento de monocitos y linfocitos en el
espacio subendotelial. Asimismo,
la proteína C reactiva favorece una menor actividad del óxido nítrico al
aumentar la producción de factores que antagonizan las funciones de éste, como
la endotelina y la angiotensina II; en consecuencia, reduce todas las acciones
beneficiosas que ejerce el óxido nítrico sobre la función vascular. La proteína
C reactiva también favorece un estado de hipercoagulabilidad al estimular la
producción del factor tisular tanto en macrófagos como en células endoteliales.
Además, favorece la trombogenicidad al reducir la fibrinólisis, puesto que estimula
la producción del Inhibidor del Activador de Plaminógeno (PAI-1) en las células
endoteliales. Todas estas alteraciones de la función endotelial asociadas al
proceso inflamatorio favorecen el desarrollo y las complicaciones de la lesión
aterosclerótica (33,
34).
La asociación entre insulinemia postprandial y PCR reflejó lo que está
ocurriendo en el organismo, cuando en fase postprandial aumentan los
quilomicrones y VLDL, más susceptibles a la oxidación, modificando la estructura y la
función de la pared vascular, que conducen en conjunción con otros factores, a
la formación de la estría grasa. Por ello en la actualidad, se considera la aterosclerosis como un
proceso inflamatorio crónico que se inicia en respuesta a daño en la pared
vascular asociado a un aumento de los niveles de colesterol plasmático, una
lesión o un proceso infeccioso. Los ácidos grasos libres aumentan, la
generación de radicales libres, que producen a largo plazo daño pancreático. El
estrés oxidativo modifica directamente el fenotipo en las células endoteliales
incrementando la expresión génica de citocinas proinflamatorias y moléculas de
adhesión, introduciendo el concepto etiopatogénico de inflamación crónica de
bajo grado.
Los indicadores antropométricos y la hiperinsulinemia postprandial,
pueden ser predictores de las concentraciones en suero de PCR, antes que se
produzcan alteraciones en el perfil lipídico, por lo cual, son variables
importantes para controlar el peso corporal y evitar el aumento en suero de PCR
en los niños, ayudando de esta manera, a la prevención de las enfermedades
cardiovasculares (35). Igualmente, el Fibrinógeno se encontró elevado en los obesos,
correlacionándose con la adiposidad (IMC y % GC) y contrario al PCR, con la
dislipidemia (CT, LDL-c). En la
actualidad se le atribuye al Fibrinógeno un papel importante en el desarrollo
de la aterosclerosis y la trombosis, ya que: 1) promueve la aterosclerosis, al
infiltrar la pared muscular de una arteria con disfunción endotelial,
estimulando la proliferación de células musculares lisas y la captación de
lípidos, en especial la fracción LDL del colesterol, por los macrófagos 2)
produce un aumento de la viscosidad plasmática, donde el Fibrinógeno contribuye
en un 30%, dado su alto peso molecular y forma asimétrica y 3) incrementa la
agregabilidad plaquetaria, donde el Fibrinógeno sirve como un mecanismo
hemostático primario una vez que ocurre el daño vascular; las plaquetas
circulan en un medio rico en Fibrinógeno pero no se enlazan a él, a no ser que
se produzca la activación plaquetaria, donde la glicoproteína IIb/IIIa actúa
como receptor del Fibrinógeno (36). La aterosclerosis presenta similitudes con un proceso inflamatorio, por
lo que es factible, que la aterosclerosis inicial conlleve per se una
respuesta inflamatoria débil, que eleve de forma significativa las proteínas de
fase aguda. Si ello fuera cierto, las concentraciones de Fibrinógeno elevadas,
representarían un marcador de riesgo de aterosclerosis temprana, y por
consiguiente es de utilidad en la identificación de sujetos asintomáticos con
riesgo cardiovascular. La formación del coágulo de fibrina es uno de los
mecanismos desencadenantes de las enfermedades vasculares de naturaleza
aterotrombótica, como el infarto de miocardio, el accidente cerebrovascular y la
arteriopatía periférica.(37, 38). Estos resultados apoyan lo señalado en la literatura, de una correlación
positiva del aumento del tejido adiposo, con el aumento de concentración de
marcadores inflamatorios vasculares, sugiriendo un inicio temprano de los
mecanismos patogénicos que favorecen las complicaciones de la obesidad (12).
Por otra parte, hay que hacer más investigaciones, para dejar claro el papel de
TNF-α, en la producción de patologías asociadas a la obesidad en los niños.
Conclusiones: La Proteína C Reactiva ultrasensible
y el Fibrinógeno plasmático fueron buenos indicadores de riesgo cardiovascular
en escolares obesos. Recomendaciones: Efectuar investigaciones,
enfocadas en el TNF-α, como generador de la respuesta inmune, que tiene un rol
en el inicio precoz de lesiones ateroescleróticas y en la etiopatogenia del
síndrome metabólico.
Investigación realizada con financiamiento del Consejo de
Desarrollo Científico y Humanístico de la Universidad de Carabobo, (CDCH-UC),
según oficio N° 392-10 del 22-04-2010