Octubre-Diciembre 2012 52
ISSN 1317-987X
 
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Artículos
 




Bioquímica
Marcadores inflamatorios en escolares obesos

Discusión

Se ha sugerido, que la obesidad es un estado de bajo grado de inflamación crónica, caracterizado por una producción anormal de citoquinas y un incremento de reactantes de fase aguda. Los procesos inflamatorios y la respuesta inmune, pueden tener un rol en el inicio precoz de lesiones ateroescleróticas y en la etiopatogenia del sí­ndrome metabólico (29,30). En este estudio, se encontraron mayores valores plasmáticos de Fibrinógeno y PCRus en los obesos, que en los eutróficos, condición que no se halló con el TNF-α, a pesar que según la literatura en los individuos obesos, su expresión se incrementa hasta 2,5 veces y se correlaciona positivamente con el grado de obesidad y de hiperinsulinemia (31). Estos resultados, están en concordancia, con el estudio AVENA, realizado en España, en adolescentes con obesidad y sobrepeso, quienes encontraron elevación significativa de la PCRus y no así­, del TNF-α. Según el estudio AVENA, el mecanismo por el cual la obesidad promueve un incremento de los valores de PCR, pudiera ser debido a una mayor producción de citoquinas, inducidas por los adipocitos, tales como el TNF-α y IL-6, las cuales estimulan la producción de reactantes de fase aguda, por el hí­gado (32). La PCR, se asoció con el grado de adiposidad, la distribución central de la grasa y la hiperinsulinemia postprandial, al presentar una correlación con el IMC, AG, CC e insulina postprandial. En los adultos la PCR, ha mostrado importantes asociaciones con enfermedades cardiovasculares y es considerada como un factor de riesgo cardiovascular, pudiendo afectar desde la infancia las arterias, produciendo disfunción endotelial, más por la cronicidad que por las concentraciones elevadas. La disfunción endotelial favorece el desarrollo del proceso inflamatorio al aumentar la expresión de moléculas de adhesión y citoquinas, que inducen el reclutamiento de monocitos y linfocitos en el espacio subendotelial. Asimismo, la proteí­na C reactiva favorece una menor actividad del óxido ní­trico al aumentar la producción de factores que antagonizan las funciones de éste, como la endotelina y la angiotensina II; en consecuencia, reduce todas las acciones beneficiosas que ejerce el óxido ní­trico sobre la función vascular. La proteí­na C reactiva también favorece un estado de hipercoagulabilidad al estimular la producción del factor tisular tanto en macrófagos como en células endoteliales. Además, favorece la trombogenicidad al reducir la fibrinólisis, puesto que estimula la producción del Inhibidor del Activador de Plaminógeno (PAI-1) en las células endoteliales. Todas estas alteraciones de la función endotelial asociadas al proceso inflamatorio favorecen el desarrollo y las complicaciones de la lesión aterosclerótica (33, 34).

La asociación entre insulinemia postprandial y PCR reflejó lo que está ocurriendo en el organismo, cuando en fase postprandial aumentan los quilomicrones y VLDL, más susceptibles a la oxidación, modificando la estructura y la función de la pared vascular, que conducen en conjunción con otros factores, a la formación de la estrí­a grasa. Por ello en la actualidad, se considera la aterosclerosis como un proceso inflamatorio crónico que se inicia en respuesta a daño en la pared vascular asociado a un aumento de los niveles de colesterol plasmático, una lesión o un proceso infeccioso. Los ácidos grasos libres aumentan, la generación de radicales libres, que producen a largo plazo daño pancreático. El estrés oxidativo modifica directamente el fenotipo en las células endoteliales incrementando la expresión génica de citocinas proinflamatorias y moléculas de adhesión, introduciendo el concepto etiopatogénico de inflamación crónica de bajo grado.

Los indicadores antropométricos y la hiperinsulinemia postprandial, pueden ser predictores de las concentraciones en suero de PCR, antes que se produzcan alteraciones en el perfil lipí­dico, por lo cual, son variables importantes para controlar el peso corporal y evitar el aumento en suero de PCR en los niños, ayudando de esta manera, a la prevención de las enfermedades cardiovasculares (35). Igualmente, el Fibrinógeno se encontró elevado en los obesos, correlacionándose con la adiposidad (IMC y % GC) y contrario al PCR, con la dislipidemia (CT, LDL-c). En la actualidad se le atribuye al Fibrinógeno un papel importante en el desarrollo de la aterosclerosis y la trombosis, ya que: 1) promueve la aterosclerosis, al infiltrar la pared muscular de una arteria con disfunción endotelial, estimulando la proliferación de células musculares lisas y la captación de lí­pidos, en especial la fracción LDL del colesterol, por los macrófagos 2) produce un aumento de la viscosidad plasmática, donde el Fibrinógeno contribuye en un 30%, dado su alto peso molecular y forma asimétrica y 3) incrementa la agregabilidad plaquetaria, donde el Fibrinógeno sirve como un mecanismo hemostático primario una vez que ocurre el daño vascular; las plaquetas circulan en un medio rico en Fibrinógeno pero no se enlazan a él, a no ser que se produzca la activación plaquetaria, donde la glicoproteí­na IIb/IIIa actúa como receptor del Fibrinógeno (36). La aterosclerosis presenta similitudes con un proceso inflamatorio, por lo que es factible, que la aterosclerosis inicial conlleve per se una respuesta inflamatoria débil, que eleve de forma significativa las proteí­nas de fase aguda. Si ello fuera cierto, las concentraciones de Fibrinógeno elevadas, representarí­an un marcador de riesgo de aterosclerosis temprana, y por consiguiente es de utilidad en la identificación de sujetos asintomáticos con riesgo cardiovascular. La formación del coágulo de fibrina es uno de los mecanismos desencadenantes de las enfermedades vasculares de naturaleza aterotrombótica, como el infarto de miocardio, el accidente cerebrovascular y la arteriopatí­a periférica.(37, 38). Estos resultados apoyan lo señalado en la literatura, de una correlación positiva del aumento del tejido adiposo, con el aumento de concentración de marcadores inflamatorios vasculares, sugiriendo un inicio temprano de los mecanismos patogénicos que favorecen las complicaciones de la obesidad (12). Por otra parte, hay que hacer más investigaciones, para dejar claro el papel de TNF-α, en la producción de patologí­as asociadas a la obesidad en los niños.

Conclusiones: La Proteí­na C Reactiva ultrasensible y el Fibrinógeno plasmático fueron buenos indicadores de riesgo cardiovascular en escolares obesos. Recomendaciones: Efectuar investigaciones, enfocadas en el TNF-α, como generador de la respuesta inmune, que tiene un rol en el inicio precoz de lesiones ateroescleróticas y en la etiopatogenia del sí­ndrome metabólico.

Investigación realizada con financiamiento del Consejo de Desarrollo Cientí­fico y Humaní­stico de la Universidad de Carabobo, (CDCH-UC), según oficio N° 392-10 del 22-04-2010




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Marcadores inflamatorios en escolares obesos
Introducción.
Materiales y métodos
Resultados
Discusión
Referencias

NOTA: Toda la información que se brinda en este artículo es de carácter investigativo y con fines académicos y de actualización para estudiantes y profesionales de la salud. En ningún caso es de carácter general ni sustituye el asesoramiento de un médico. Ante cualquier duda que pueda tener sobre su estado de salud, consulte con su médico o especialista.





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