Se evaluaron 21 pacientes
con EVC entre 27 y 82 años con una media de 53 años, lo cual se esperaba ya que
a partir de los 50 años aumenta el riesgo de padecer este tipo de enfermedades.(27-31)
El género predominante fue el masculino con una relación 3 a 1, lo cual tiene
relación con la enfermedad ya que la EVC afecta más comúnmente al género
masculino (27-29). El tipo de EVC más común que presentaron los
pacientes fue la de tipo isquémico lo que coincide con los hallazgos de otros
autores.(29,32)
La mayoría de los pacientes estudiados proceden de
Caracas y el vecino estado Miranda aunque se evaluaron pacientes de otros
estados como Mérida y Yaracuy. Esto se debe a que si bien la institución se
ubica en Caracas es Centro de Referencia Nacional y es la sede del Plan
Nacional de Espasticidad.
Los 21 pacientes incluidos en el estudio tenían
espasticidad en diversos grados pero la mayoría tenia un grado 2/4 que es a
quienes más beneficio puede ofrecer el uso de la toxina. (7,33) En
pacientes con espasticidad con grado 3 o 4 en la escala de Ashworth modificada
presentan a nivel de articulaciones y el resto de los tejidos blandos anomalías
reológicas que crean o contribuyen a la deformidad y aunque se disminuya el
tono muscular no se obtienen mayores beneficios en la movilidad de tales
articulaciones.(18,33) Los pacientes recibieron dosis variables entre
300 y 800 unidades de toxina botulínica según los grupos musculares afectados.
Al evaluar el progreso de los pacientes con EVC y que
recibieron la toxina, empleando la escala de FIM se verifica que de un valor
inicial promedio de 47 puntos pasó a 74 al mes y medio y a 105 puntos a los 3
meses. Según las diferentes categorías del FIM Motor (autoayuda, Control de
esfínteres, movilidad, locomoción, comunicación) y Cognitivo, también se
comprueba esa mejoría. Como nosotros, Rousseaux et al.(2) y Cardoso
et al.(4) encontraron una mejora considerable y significativa en la
independencia funcional de los pacientes después de aplicarles la toxina y
encontrar que, en la porción motor de la escala FIM, los pacientes habían
mejorado significativamente la media de sus valores comparados con el valor
medio inicial antes de aplicar la toxina.
Esto es importante ya que muchos pacientes que antes de
la terapia, dependían de otros para realizar acciones cotidianas y comunes,
pasaron a ser independientes después de cumplir con el tratamiento. Es decir,
mejoró su calidad de vida. Además en ningún caso se verificó la presencia de
efectos colaterales posterior al uso de la toxina, lo cual coincide con lo
señalado en la literatura donde se indica que los efectos adversos son de poca
intensidad e infrecuentes.(9)
Se encontró mayor funcionalidad en los pacientes con EVC
sometidos a terapia física más aplicación de toxina botulínica, coincidiendo
con los resultados de otros autores.(7) La toxina ayuda o favorece una rápida
progresión y recuperación funcional en estos pacientes. (2,7,9,10,19,31,33,35,36)
Sin embargo, es difícil evaluar
cuanto contribuye la toxina o la terapia física. Habría que hacer futuros
estudios para comparar grupos con terapia sola y otros con terapia más toxina.
Estudios de este tipo se han realizado en otros países, sin embargo, hay
implicaciones éticas importantes involucradas que deben ser consideradas. Esa
es la razón por la cual nosotros no hicimos grupos separados, por considerar
que es antiético privar a un paciente de una terapia de reconocida eficiencia
como lo es la toxina botulínica.(7,10,30) Por otro lado, hay estudios donde se ha
utilizado la toxina sola sin terapia y los resultados no han sido los mejores,
así que lo recomendable sería hacer una combinación de fisioterapia junto con
la aplicación de la toxina botulínica como sugieren otros autores.(3,7,25,37)
El uso de la toxina botulínica en estos pacientes
espásticos tiene ventajas inmediatas como lo son la reducción del tono
muscular, del dolor y la mejora del movimiento. Sin embargo, otras
consideraciones se deben realizar con respecto a esta terapia, en especial a lo
que compete a las desventajas, dentro de las cuales está su elevado costo.(18)
En Venezuela la toxina utilizada es importada, lo cual dificulta aun más su
obtención. Sin embargo, estudios de costo-efectividad realizados a nivel
mundial justifican su uso entre los pacientes que lo requieren.(8) Igualmente las evaluaciones costo-beneficio
señalan a la toxina con beneficios superiores, a pesar de su elevado costo, a drogas
como el fenol que suele presentar más efectos adversos a pesar de ser más
económico.(18) Su mayor desventaja consiste en que se trata de una
terapia transitoria que requiere ser repetida,(38) pero a pesar de
todo ello no debería privarse a los pacientes de una herramienta que los
ayudaría a elevar su calidad de vida.
El 61,8% de los pacientes había sufrido la EVC hacían 20
semanas o menos y 38,1% sufrieron el evento hacían más de 20 semanas. Los
diversos estudios encontrados en la literatura han empleado pacientes que han
sufrido la EVC entre 6 meses y 5 años y no han evaluado si hay alguna
diferencia con relación al tiempo de la espasticidad. En nuestro estudio los
pacientes con más de 20 semanas del evento tuvieron valores medios de la escala
de FIM un poco mayores que aquellos que tenían 20 semanas o menos con la
enfermedad, sin embargo, la diferencia no fue significativa por lo que el
tiempo de la enfermedad pareciera no ser una limitante para recibir la toxina
botulínica. Estudios empleando un número mayor de pacientes permitirían afinar
quienes serían los mayores beneficiarios del uso de la toxina botulínica.
CONCLUSIONES
Se demostró mejoría en la capacidad funcional de los pacientes con
espasticidad secundaria a EVC después de tratamiento rehabilitador y aplicación
de toxina botulínica tipo A. Los pacientes presentaron una mayor independencia
funcional (85,7%) tres meses posteriores al tratamiento rehabilitador y aplicación de toxina botulínica tipo A. La toxina ayuda
o favorece una rápida progresión y recuperación funcional en estos pacientes. No
se encontraron reacciones adversas posterior a la administración de la toxina
botulínica A en los pacientes estudiados.