Es
importante recordar una vez más que la EF pertenece al grupo de enfermedades de
Depósito Lisosomal, en las cuales se produce la acumulación de un sustrato
específico como consecuencia de la deficiencia parcial o total en la actividad
de una enzima hidrolasa ácida y que los lisosomas son definidos por un medio
ácido, proteínas y lípidos de membrana característicos, y la presencia de muchas hidrolasas ácidas que
catalizan la degradación de material que alcanzan el compartimiento a través de
endocitosis de fase fluída, fagocitosis o autofagia.(21)
Según la revisión llevada a cabo por Biancini
G y col, en las que se esbozan las cascadas activadas en las enfermedades de
depósito lisosomal, dichas cascadas incluyen eventos tales como: autofagia,
alteración en el transporte de lípidos, estrés del retículo endoplásmico,
respuestas autoinmunes, alteración en la homeostasia del calcio, inflamación y
estrés oxidativo.(20)
La
autofagia o macroautofagia es una de las principales funciones de los
lisosomas, ya que es un proceso de degradación catabólica filogeneticamente
conservado(22) y en situaciones de estrés, es un evento que impide
a las células acceder a los nutrientes(23). Bajo estas condiciones
el material intracelular es degradado por mecanismos dependientes de los
lisosomas, y por consiguiente el mecanismo de autofagia se considera como un
sistema de reciclaje.
El
proceso de autofagia comienza con el secuestro de material citoplasmático,
tales como proteínas mal plegadas y/u organelas dañadas, dentro del fagoporo
seguido por la elongación y cierre del
autofagosoma, una vesícula con doble membrana(22) que contiene la
isoforma LC3-II de la proteína autofágica LC3.(23)
Entonces
el autofagosoma maduro se une con el lisosoma para crear un autolisosoma dentro
del cual la membrana interna del autofagosoma y su contenido luminal son
degradados por las enzimas lisosomales con el subsecuente reciclaje de macromoléculas.
La autofagia incluso puede ser inducida por una variedad de estresores, tales
como el ayuno, las infecciones, la edad, la supervivencia de la célula, y se
habla de disfunción lisosomal en enfermedades como el cáncer, las enfermedades
neurodegenerativas, la diabetes y el infarto miocárdico.(22,23)
La
inducción de la autofagia está controlada por los complejos ULK1 y ULK2, y la formación del autofagosoma
requiere de los complejos clase III 3-fosfatidilinositol kinasa. El regulador
clave de la autofagia es la mTOR Ser/Thr kinasa, quien regula negativamente la
autofagia mediante la inhibición del complejo ULK1/2. Otro paso clave para la
inducción de la autofagia es la generación de fosfatidilinositol 3 fosfato y su
posterior conjugación a LC3 controlada
por el sistema de proteasas Atg. La lipidoagregación de LC3 convierte la LC3
citosólica (LC3-I) a la forma asociada a la vesícula autofágica (LC3-II). De
manera notable, LC3-II se usa comúnmente como un marcador de la autofagia
debido a su patrón de tinción y tiene mayor movilidad electroforética comparada
con la LC3-I. Además de mTOR, otras vías de señalización, como JNK, Ras, y Ca2,
pueden modular la autofagia.(22)
De
manera similar a la fagocitosis, la autofagia responde a la señalización de
especies reactivas de oxígeno (ROS); inicialmente se pensó que debido a las
consecuencias de la acumulación de ROS en las organelas y de la integridad
genómica, la autofagia servía para disminuir el estrés oxidativo. Aun cuando
esto parece ser cierto, y tiene drásticas implicaciones en muchos estados
patológicos tales como el cáncer y las enfermedades neurodegenerativas, cuando
se altera la integridad de la vía de la
autofagia, existen evidencias crecientes de la regulación directa de este proceso por las moléculas ROS que modulan
a proteínas específicas de la autofagia. Las ROS regulan la vía de transducción
de la señal que induce la autofagia como el mTOR. Se sabe que la autofagia está
inducida por el estrés oxidativo y la misma puede servir como su propio
regulador negativo removiendo fuentes de ROS tales como mitocondrias
(mitofagia) y depurando proteínas oxidativas del citosol. Sin embargo, en
algunas condiciones, la autofagia puede contribuir a la acumulación anormal de
ROS promoviendo selectivamente la degradación de la catalasa que es la
principal enzima depuradora de ROS.(24)
A
nivel celular, la sobreproducción de ROS daña el ADN, lípidos y proteínas a
través de la oxidación y lleva a la disfunción celular. Experimentalmente se
demostró que un incremento intracelular de GL3 produce un aumento significativo
de ROS de una manera dosis dependiente; sin embargo, no está claro el mecanismo por el que el GL3
induce la producción de ROS. Es posible que el GL3 active enzimas oxidativas
tales como NADPH oxidasa, que es la mayor fuente de ROS.(25)
Tal como se señaló
anteriormente, estos mecanismos pueden condicionar a la apoptosis podocitaria
y/o su transformación epitelial-mesenquimal (TEM), por lo que en los pacientes
con EF, el podocito pierde sus marcadores epitaliales entrando en un ciclo celular activo y se establece la
esclerosis glomerular colapsante. Este efecto puede también ser la consecuencia
de la acción del TGF-β, que se
incrementa en el podocito por efecto de Lyso-GL3, el cual es un metabolito
catiónico biológicamente activo del GL3, constituido por una cadena polar de carbohidrato lo que le confiere
hidrosolubilidad.(26)
De
acuerdo a todos los planteamientos anteriores, el caso clínico que se evaluó
indica que se está frente a una patología de depósito lisosomal, consecutiva a
la falta total o parcial de la enzima α–galactosidasa, la cual genera acumulación del sustrato
globotriaosilceramida (GL3) en los lisosomas, principalmente en las células
endoteliales; en consecuencia se genera hipertrofia del endotelio, lo que
ocasiona obstrucción de los vasos e isquemia tisular. Los riñones son órganos
muy vascularizados, que requieren el 25% del gasto cardíaco, del cual el 90%
corresponde al flujo sanguíneo que perfunde a la corteza, que es la estructura
en la que se produce la filtración glomerular, para dar inicio al proceso de
formación de la orina. Por lo tanto, cualquier proceso o mecanismo que afecta
este 90% del flujo sanguíneo cortical puede generar disminución de la tasa de
filtración glomerular (TFG). Tal como se describió anteriormente, en la EF se
produce un compromiso importante del funcionamiento renal producto del daño
glomerular, y la evolución hacia la enfermedad renal crónica establecen las
bases para una comorbilidad importante en estos pacientes, como consecuencia de
la pérdida del control del medio interno (equilibrio hídrico, electrolítico,
ácido-base, hormonal, hemodinámico, fósfo-cálcico entre otros).
Los lisosomas son estructuras celulares muy
vulnerables al estrés oxidativo, como una consecuencia natural de las
condiciones fisiológicas a las que es sometida dicha organela. Chen y col.,
demostraron que eventualmente, la acumulación de sustratos como GL3 en la
enfermedad de Fabry exacerba los
procesos patológicos (16). Ellos encontraron, mediante cultivos
celulares, un incremento de las especies reactivas de oxígeno y de las
moléculas de adhesión en respuesta a GL3. En los pacientes con enfermedad de
Fabry cuando se comparan con pacientes controles, se observa un descenso en los
niveles de las defensas antioxidantes (contenido de GSH eritrocitario y
actividad GPx). La GSH es el antioxidante no enzimático más importante. La
deficiencia de GSH sumado al aumento de la relación SOD/CAT observada en estos
pacientes indica que probablemente, en los pacientes Fabry, el peróxido de
hidrógeno (H2O2), es el más accesible para oxidar las moléculas
biológicas. En presencia de Fe++, el H2O2
proporciona el radical hidroxilo más tóxico, mediante la llamada reacción de
Fenton. Este radical ataca a todos los tipos de biomoléculas a su alrededor,
siendo extremadamente dañino para las células. Los pacientes Fabry presentan
grandes daños lipídicos y oxidativos, descenso de las defensas antioxidantes e
incremento de los biomarcadores inflamatorios, todo lo cual está relacionad con
los niveles de GL3, sin embargo estos resultados deben ser interpretados
cuidadosamente.(20)
Es posible que GL3 active enzimas oxidativas tales como la NADPH
oxidasa, que es la mayor fuente de especies reactivas de oxígeno; además, bajo
ciertas condiciones patológicas, se ha observado que la NOSe es otra fuente
importante de especies reactivas de oxígeno. La generación de superóxido por
este mecanismo juega un papel importante en la disfunción endotelial. En el
modelo murino de EF, se observó un aumento
de GL3 y el GSL relacionado, en las fracciones de las cavéolas de las
células endoteliales.(24)
La hipertrofia de las células del endotelio glomerular
y los cambios funcionales de las mismas producto de los depósitos de GL3 en sus
organelas, además de la estrecha relación anatómica y funcional entre el
endotelio y el epitelio en la barrera de filtración glomerular, puede ocasionar
modificaciones en los otros componentes de esta, alterando el funcionamiento de
los podocitos, células que se ven
expuestas a una presión de 40 mmHg por parte del filtrado glomerular en
condiciones normales.(12) Tomado en cuenta que, la EF se manifiesta
fisiopatológica y clínicamente como una alteración endotelial debido a una
enzimopatía congénita, el estudio de dicha enfermedad se ha desarrollado
tomando sólo básicamente a las células endoteliales. Sin embargo consideramos
que no deben existir elementos que impidan que en los podocitos los depósitos
de GL3 en sus lisosomas produzcan
cambios como los descritos en las
células endoteliales, lo cual debe ser motivo de nuevas investigaciones.
Participación de los Podocitos durante la
Terapia de Reemplazo Enzimática de la Enfermedad de Fabry
En
las investigaciones realizadas por Tondel y col, se demuestra claramente el
efecto que el tratamiento enzimático con enzima recombinante (agalsidasa A o
agalsidasa B) ejerce sobre la depuración de GL3 de los podocitos, lo cual reduce
sustancialmente el compromiso funcional glomerular y la glomeruloesclerosis (2).
La α-Gal A endógena no es detectable en los podocitos humanos normales; sin
embargo, experimentos realizados en ratones knockout, después de dos horas luego
de la inyección intravenosa de enzima recombinante, dicha enzima se encontró en
los lisosomas de los podocitos; resultados similares se reportaron en humanos
con enfermedad de Fabry.(25)
Por
otra parte, se han identificado varios
elementos tales como: la megalina, la sortilina y el receptor de manosa 6
fosfato (M6PR) en podocitos humanos como receptores endocíticos requeridos para
la liberación de la enzima recombinante al lisosoma. Los M6PR que median la vía han sido muy bien
caracterizados como la ruta mayor para la liberación en los lisosomas; sin
embargo, el mecanismo de liberación de la enzima recombinante al lisosoma en
podocitos humanos aún no está clara. La heterogeneidad del sistema de captación
de la enzima Gal A ofrece nuevas perspectivas para mejorar la TRE en EF.
Recientemente, en el año 2011, en ratones deficientes de Gal A y en pacientes
Fabry, se ha demostrado que existe una
filtración glomerular limitada, pero significativa de la Gal recombinante.(25)
La megalina, la sortilina y el M6PR se
expresan en podocitos humanos, co-localizados con WT1. Los residuos de M6P en
la enzima recombinante activan la señal para la mayor eficiencia en la
captación por parte de los M6PR; estos receptores se localizan principalmente
(90-95%) en los compartimientos intracelulares, particularmente en la red
trans-Golgi y en los endosomas, con entre el 5-10% de los receptores presentes
en la superficie celular. La principal función de los M6PR, es participar en la
entrega y el transporte de glicoproteínas con M6P desde TGN o la red trans
Golgi a endosomas/lisosomas. Por otra
parte, los M6PR pueden unir ligandos extracelulares y participar en la endocitosis. En la superficie de los podocitos
se localiza una pequeña proporción de los M6PR, y la mayoría de dichos
receptores se encuentran localizados en los compartimientos intracelulares.(24)
La
sortilina es un receptor multifuncional que participa en la unión con Gal A,
que se expresa en la superficie y participa en la endocitosis. La sortilina pertenece a la familia de
receptores del dominio de Vps10p, y es muy parecida a los M6PR. Se localiza
principalmente en el compartimiento de Golgi y vesículas, y también se expresa
en la superficie celular. Se co-localiza junto con los M6PR intracelulares y en
la membrana celular, y se ha demostrado igual distribución en los podocitos. La
sortilina puede ser un receptor nuevo de Gal A en podocitos.(27)
La
megalina/gligosidoproteina une a muchos de los mismos ligandos que la sortilina.(27) Es un receptor
involucrado en la endocitosis mediada por múltiples ligandos; está localizada
en un lado del podocito, así como en la microvellosidades de la fóvea cubierta
de clatrina y en los túbulos contorneados proximales. Pertenece a la familia de
los receptores de LDL y sus ligandos incluyen a la β-VLDL rica en apo E,
lipoproteína A, lactoferrina, proteinlipasa,
aprotinina, plasminógeno entre otros. En condiciones normales, la megalina
podocitaria puede unirse proteínas filtradas por la MBG y degradarlas por vía endocítica
(28). La megalina está presente en los podocitos humanos, y participa en
la captación de Gal-A. La afinidad de la megalina por Gal-A es menor que la de
sortilina.(27)
Todo
lo anteriormente mencionado comprueba la
capacidad de endocitosis del podocito y pone de manifiesto las diversas rutas
metabólicas en las que participa, siendo en este contexto una ventaja funcional
de la célula puesto que permite asegurar el efecto terapéutico de la enzima
exógena.
El
caso clínico presentado permite destacar que la EF es una de las patologías que
debe tomarse en cuenta a la hora de establecer la etiología de la proteinuria
en un paciente de sexo masculino, sin factores de riesgo para otras entidades
como la diabetes mellitus o la hipertensión arterial sistémica. En esta revisión, se muestra el importante compromiso de la célula
podocitaria, que tiene un fenotipo epitelial, y la susceptibilidad que presenta
a la TRE, lo cual pudiera cambiar un tanto el paradigma fisiopatológico de la
enfermedad y sentaría las bases para
investigar sobre el compromiso de este tipo de célula, así como del tejido
epitelial renal en la enfermedad de Fabry.