El tratamiento
de la epilepsia debe hacerse al conocer el tipo de crisis presentes. En
ocasiones no es fácil determinar con exactitud el tipo de crisis. Las crisis focales
complejas pudieran confundirse en ocasiones con crisis de ausencia. Esto es
necesario diferenciarlo, porque los medicamentos eficaces en crisis focales
pueden empeorar las crisis de ausencia. (8, 20)
Una vez
establecido el tipo de epilepsia, se debe seleccionar el fármaco de primera
línea indicado para el paciente, tomando en consideración su edad, género,
condición fisiológica y condiciones y tratamientos concomitantes.
En niños se
debe tener en consideración que muchas alteraciones fisiológicas o patológicas
diferentes de la epilepsia se pueden manifestar como crisis paroxísticas, por
lo que una exhaustiva historia clínica y de antecedentes y, cuando esté
indicado, el electroencefalograma (EEG) ayudarán a diferenciar entre trastornos
del sueño, crisis psicógenas, trastornos del movimiento, fenómenos fisiológicos
normales, a la vez que orienta el pronóstico. (17)
Un caso aparte lo representan las
convulsiones febriles, las cuales se presentan en niños por lo general sin
alguna patología de base; aproximadamente 3% de todos los niños tienen una convulsión
febril antes de los 7 años de edad. (18) Por lo general son
convulsiones tónico-clónicas (tipo Grand Mal) auto-limitadas y durando un
promedio de 3 minutos cada una. No se recomienda tratamiento de mantenimiento
para convulsiones febriles.
Igualmente, en
los niños hay que considerar el distinto comportamiento metabólico y
farmacocinético y la posibilidad de efectos adversos específicos.
Las
dosis varían de acuerdo con la edad y el peso de los niños. En la adolescencia
el comportamiento farmacocinético es similar al de adultos, aunque hay que
considerar otro factor que es la mayor dificultad para cumplir bien el
tratamiento que tienen los adolescentes (17-20) debido a su rebeldía
y el comportamiento aventurero.
En niños se debe recordar que algunos fármacos como carbamazepina,
fenobarbital y fenitoína, pueden empeorar algunas crisis generalizadas como
ausencias y mioclonías o los espasmos del síndrome de West. 8, 20
Además de estos fármacos, todos los gabaérgicos (vigabatrina, gabapentina,
pregabalina) están contraindicados en crisis generalizadas. El síndrome de West
presenta una respuesta específica a algunos tratamientos como la vigabatrina y
ACTH. En esta edad es más habitual la toxicidad hepática por ácido valproico,
sobre todo en niños menores de 2 años con retardo mental y en politerapia. En
ocasiones la dieta cetógena es una alternativa efectiva pero difícil de
mantener. (18)
En el caso de las
mujeres, (21, 3) es imperativo recordar los efectos cosméticos
negativos de fármacos como la fenitoína (hipertricosis, adenomegalias,
engrosamiento gingival) y el valproato (aumento de peso, ovario poliquístico e
hiperinsulinismo, alopecia), lo cual limita el uso de estos 2
anticonvulsivantes en un grupo importante de pacientes femeninas.
Con respecto al aspecto
obstétrico, se sabe que la epilepsia no controlada es teratogénica, al igual
que muchos de los fármacos anticonvulsivantes, fundamentalmente ácido valproico
y fenitoína; tienen menor relevancia la carbamazepina y la lamotrigina;
levetiracetam aún debe demostrar en el tiempo su inocuidad. En una publicación reciente de los
resultados de un registro de embarazos, se recopilaron detalles en 3 607 casos
de epilépticas embarazadas, con una tasa de 4,2 % de malformaciones congénitas
mayores entre los niños expuestos a anticonvulsivos in útero, cifra que
alcanzó al 6 % cuando se utilizaron varios anticonvulsivos conjuntamente,
mientras que fue de 3,7 % cuando se administró una sola droga. (3)
Esta es una de las razones por las cuales la orientación inicial al tratamiento
de la epilepsia en la mujer (y en general) se debe enfocar a monoterapia con
dosis bajas. La mujer que planea
quedar embarazada debe tomar suplementos de ácido fólico aún antes de la
concepción. Casi todos los anticonvulsivos reducen el efecto de los
anticonceptivos orales, por lo que la mujer que desea evitar el embarazo debe
utilizar medidas adicionales anticonceptivas.
Igualmente se debe tener
en cuenta que el embarazo produce cambios farmacocinéticos por aumento del
volumen sanguíneo, aumento del aclaramiento y disminución de la unión a las
proteínas (se debe monitorizar más frecuentemente los niveles sanguíneos). Se
ha propuesto que debe administrarse vitamina K antes del parto para evitar
defectos de coagulación en el neonato. (3, 4)
Los ancianos son más sensibles a muchos fármacos,
incluyendo los fármacos anticonvulsivantes, por lo que es aconsejable efectuar
escaladas de dosis más lentamente y utilizar dosis menores. (2-4)
Orientación del tratamiento anticonvulsivante
Como ya se ha
señalado, en lo posible, debería procurarse controlar las crisis con un solo
medicamento (monoterapia) y con la dosis mínima efectiva. (22- 24)
En el año 2006
se publicaron lineamientos para la terapéutica, basados en la revisión
sistemática de la literatura por parte de expertos de la Liga Internacional
contra la Epilepsia (ILAE). (22) Los reportes publicados se
agruparon en tres categorías (clase I, II y III), de acuerdo con la robustez
del diseño del estudio y la calidad de los datos. Cada reporte se tabuló con
referencia a la clase de reporte, el tipo de epilepsia (focal o generalizada) y
la edad del paciente (niños, adultos, ancianos). Como resultado, las
recomendaciones terapéuticas se expresaron en tres categorías: A = eficacia
definitiva; B = eficacia probable; C = eficacia posible. Según esta
clasificación, basado en una recomendación tipo A o tipo B, el fármaco en
cuestión se podría considerar para monoterapia inicial. Basados en
recomendaciones tipo C, el fármaco se podría considerar para monoterapia
inicial pero se deberían considerar fármacos alternativos de primera línea.
Según los resultados de los estudios realizados en epilepsia focal se hizo una
recomendación tipo A para carbamazepina y fenitoína y una recomendación tipo B
para el uso de valproato. Los estudios encontraron a la oxcarbamazepina
efectiva para el tratamiento de epilepsias focales en niños y adolescentes y
gabapentina y lamotrigina como efectivas para el tratamiento de epilepsias focales
en el anciano (Recomendación tipo A) (Ver Tabla). Debido a la falta de estudios
de alta calidad solo se pudieron hacer recomendaciones tipo C para el uso de
fármacos de primera y segunda generación en epilepsias generalizadas y en
epilepsia idiopática focal (Rolándica). Sin embargo, al momento de la revisión
sistemática de Glauser, no estaba disponible evidencia publicada para otros
fármacos de segunda generación (por ejemplo, levetiracetam). Gracias a estas
evidencias y otros estudios aleatorios se recomienda carbamazepina o
lamotrigina en adultos con epilepsias focales, oxcarbamazepina en niños y
lamotrigina o gabapentina en ancianos. Para el uso en epilepsias generalizadas
el fármaco sugerido es valproato, excepto en mujeres de potencial reproductor. (4,
22-24)
En la siguiente
tabla se resumen las recomendaciones de fármacos con base al tipo de epilepsia,
según la evidencia de efectividad.
En ocasiones la
monoterapia no es eficaz o la dosis llega a ser tan alta que fácilmente
manifiesta toxicidad. En estos casos se puede y se debe indicar tratamiento
múltiple; sin embargo, es imperativo tener en consideración las posibles
interacciones medicamentosas, muy frecuentes entre los distintos
anticonvulsivantes, con escasas excepciones (levetiracetam).
La opción de politerapia
debe pensarse muy bien, especialmente en ancianos, niños con crisis
refractarias y polimedicados y en mujeres, ya que estos grupos son más
propensos a efectos adversos. Además del riesgo de malformaciones, puede haber
efectos a largo plazo en la descendencia de madres que han recibido politerapia
durante el embarazo. (25)
Un
antiepiléptico no debe considerarse ineficaz hasta que haya transcurrido el
tiempo necesario para alcanzar la fase de equilibrio y se hayan medido las
concentraciones séricas. En caso de considerar sustituirlo, se debe ir
introduciendo paulatinamente el segundo fármaco hasta alcanzar sus concentraciones
terapéuticas; entonces el primer fármaco se debe retirar paulatinamente o
mantener la combinación. En caso de suspensión brusca de algunos fármacos se puede
precipitar un estatus epiléptico. A partir del momento en que el paciente cumple 2 años sin presentar
crisis, se puede considerar la retirada progresiva del tratamiento, bajo
control médico y EEG. (2-5, 22)
El enfoque global de la
epilepsia incluye en casos de difícil manejo medidas no farmacológicas, entre
las cuales se deben mencionar la cirugía y la estimulación neural, con lo cual
se tienen opciones para evitar la politerapia con su costo implícito y así
mejorar la calidad de vida de estos pacientes. (26, 27)