Hepatitis aguda
La hepatitis viral aguda tipo C
presenta como característica fundamental la necrosis hepatocelular. En el
interior del lobulillo hepático es posible apreciar una necrosis dispersa de
hepatocitos aislados o acúmulos de células.
Algunos hepatocitos necróticos presentan el aspecto de pequeñas
estructuras eosinófilas (cuerpos de Councilman), que contienen material nuclear
picnótico. En la hepatitis viral aguda, muchos hepatocitos presentan un aspecto
normal, pero otros muestran grados variables de tumefacción. Al lado de éstos
se pueden observar hepatocitos en regeneración, lo cual crea una imagen
irregular que se denomina “desorganización lobulillar” (38).
Se aprecian células inflamatorias: linfocitos,
macrófagos, polimorfonucleares y hasta eosinófilos que infiltran en forma
difusa el lobulillo hepático. Resulta
común que los linfocitos se ubiquen entre la pared de la vena central y las
trabéculas de los hepatocitos; esta alteración se conoce como flebitis
central. A menudo se aprecia tumefacción
y proliferación de las células endoteliales de la vena central. Las células de Küpffer aumentan de tamaño y
se proyectan en la luz de los sinusoides (38) y en ocasiones se
produce una hepatitis colestásica. Los
espacios portales casi siempre se encuentran agrandados y edematosos y se aprecian
células inflamatorias en las tríadas portales.
La placa limitante de los hepatocitos alrededor de las tríadas portales
se encuentra intacta y bien delimitada.
Durante la recuperación del paciente, la regeneración hepática se
refleja en la presencia de figuras mitóticas en las trabéculas hepatocitarias.
Hepatitis
crónica
Desde
el punto de vista anatomopatológico existen dos tipos de hepatitis crónica, que
tienen diferente consideración pronóstica; la persistente y la activa.
Hepatitis crónica persistente
Se considera a la hepatitis crónica
persistente como una presentación leve de hepatitis crónica, que no tiende a
progresar a una más severa. Un alto
porcentaje de pacientes con infección crónica por el VHC muestran gran
infiltración linfocítica, pero limitada a los espacios portales. Otro número menor
de sujetos presentan escasa alteración de los espacios porta. Es común que la
placa limitante se encuentre intacta. La
necrosis hepatocelular y la inflamación lobulillar son de mínima magnitud. Las células de Küpffer presentan aspecto
normal.
Hepatitis crónica activa
La hepatitis crónica activa es una
enfermedad hepática necrosante que puede progresar a la cirrosis. La
inflamación y la necrosis focal (necro-inflamación) a los comienzos de la
enfermedad, están distribuidos de manera irregular entre los lobulillos. Mas tarde, los espacios portales presentan
una infiltración densa a base de linfocitos, macrófagos y células
plasmáticas. Resulta común que la
inflamación penetre la placa limitante y rodee a los hepatocitos aislados; los
espacios portales expandidos, a menudo presentan proliferación de los
conductillos biliares, que puede ser discreta o severa. Es probable que aparezca necrosis celular y
cuerpos acidófilos. Cuando se detecta
necrosis hepática confluente en puentes necróticos, asociada con la hepatitis
crónica activa, es posible predecir una rápida progresión a la cirrosis.
Cirrosis
La cirrosis es el estadío terminal
de la hepatopatía crónica. Se define
como destrucción de la arquitectura hepática normal por tabiques fibrosos que
rodean a nódulos regenerativos de hepatocitos.
Se han utilizado diferentes términos
para designar las distintas formas de cirrosis. De esta complejidad aparente es
posible extraer un simple espectro de patrones nodulares. En un extremo del espectro y en una fase
temprana de la cirrosis se encuentra el tipo micronodular, caracterizado por
nódulos pequeños y uniformes, separados por tabiques fibrosos delgados. En el otro extremo del espectro y en una fase
tardía de la enfermedad, se ubica la cirrosis macronodular, caracterizada por
presencia macroscópica de nódulos irregulares, que se acompañan desde el punto
de vista histológico de nódulos extensos de tamaño y forma variable, rodeados
por bandas de tejido conectivo que también muestran claras diferencias de espesor
(39).
Carcinoma hepatocelular
En la actualidad se ha establecido
con certeza una asociación entre el carcinoma hepatocelular y la infección con
los virus de la hepatitis C (40, 41). Se considera que más de la
mitad de las personas con infección crónica, a la larga padecerán de cirrosis o
de cáncer hepático (42).
Aunque la mayoría de los carcinomas
hepatocelulares asociados con la infección por VHC se presentan en pacientes
con cirrosis, también se han registrado numerosos casos en sujetos no cirróticos. El tumor se presenta como una masa dolorosa,
de crecimiento progresivo. Es frecuente observar ascitis, trombosis de la vena
porta, oclusión de las venas suprahepáticas y hemorragias por várices
esofágicas.
Los carcinomas hepatocelulares se presentan
macroscópicamente como masas hepáticas, de color pardo, blandas y
hemorrágicas. En algunos casos se
observa un tumor solitario de gran tamaño que ocupa una fracción importante del
hígado, mientras que en otras ocasiones se encuentran tumores más pequeños. Es posible que ellos representen metástasis
intrahepáticas provenientes de un carcinoma hepatocelular único (43).
La mayoría de los hepatomas muestran
un patrón trabecular, es decir que las células neoplásicas se organizan
formando trabéculas semejantes a las del hígado normal. Otra variante histológica es conocida como
pseudoglandular. En este patrón las
células neoplásicas están dispuestas alrededor de una luz, y en consecuencia se
asemejan a glándulas (43). A
nivel citológico el carcinoma hepatocelular es pleomórfico; se observan células
multinucleadas, células gigantes y células claras que contienen glucógeno o
lípidos. Las propiedades tintoriales del
núcleo de las células neoplásicas son variables.
Las metástasis del carcinoma
hepatocelular se diseminan ampliamente, pero con mayor frecuencia hacia los
pulmones y ganglios linfáticos portales.