Microbiología
Endocarditis Infecciosa
Fisiopatología
Casi todas
las enfermedades cardíacas pueden favorecer la aparición de endocarditis
infecciosa si se hallan asociadas a flujo sanguíneo turbulento, por lo
cual es rara cuando existen defectos atriales (comunicaciones de baja presión).
La fiebre reumática se asocia en hasta un 76% de los casos, afectando
principalmente las válvulas mitral (85%) y aórtica (50%). La afección
del hemicardio derecho es menor del 10% en pacientes con enfermedad reumática
(4).
Las enfermedades
cardíacas congénitas (conducto arterioso persistente, defectos
del septum ventricular, coartación aórtica, tetralogía
de Fallot) se asocian hasta en un 25% de los casos de endocarditis infecciosa
(79). En los ancianos de sexo masculino, la válvula aórtica bicúspide
es un factor de riesgo importante (20% casos) (78). La insuficiencia aórtica
en el síndrome de Marfan también predispone a endocarditis (71).
Lesiones degenerativas cardíacas: (anillo mitral calcificado, trombos
post-infarto miocárdico) se asocian hasta en un 40% de los casos donde
no se demuestra enfermedad valvular basal (80). Cuerpos extraños (fístulas
para hemodiálisis, marcapasos y sus alambres y suturas, prótesis
intracardíacas) son asociados a una mayor incidencia de endocarditis
infecciosa (81).
Es necesaria
una sucesión de eventos para llegar al desarrollo de la endocarditis
infecciosa, comenzando por la existencia de una superficie que favorezca la
adherencia celular, pudiendo verificarse ésta en sitios donde se produce
un elevado flujo turbulento que conlleva a microtrauma del endocardio o asentarse
dichas células en lesiones valvulares previas (cardiopatías y/o
valvulopatías). Una vez que ha comenzado el depósito de trombocitos
y fibrina sobre esta superficie injuriada, se inicia la formación de
un crecimiento conocido con el nombre de vegetación estéril, que
no es más que el continuo depósito en capas de trombocitos y plaquetas.
Esta etapa patogénica se conoce bajo la denominación de endocarditis
trombótica no infecciosa (58,82), siendo conocida también con
el nombre de endocarditis marántica, inicialmente descrita en pacientes
con neoplasias gástricas, pancreáticas y pulmonares, y posteriormente
en estados urémicos, lupus eritematoso sistémico e incluso luego
de la colocación intracardíaca de catéter de Swan-Ganz.
Una vez que existe esta vegetación, cualquier condición que favorezca
una bacteriemia puede llevar a la implantación de los microorganismos
implicados sobre esta superficie fibrino-plaquetaria, donde se adherirán
y colonizarán, siendo cubiertos por nuevas capas de fibrina y trombocitos,
lo cual conlleva al crecimiento de una vegetación bacteriana (83,84).
En la figura 1 se esquematiza este proceso.
La adherencia
bacteriana es uno de los factores determinantes en la génesis de la endocarditis
infecciosa, y ella viene mediada de diversas formas; en el caso del Streptococcus
mutans la presencia de dextrano (polisacárido capsular) juega un rol
importante en su mayor adherencia (85); otros estreptococos del grupo viridans
(S. parasanguis) expresan una adhesina de superficie (FimA), la cual se correlaciona
con una mayor capacidad patogénica de adherencia (86). Microorganismos
como Staphylococcus aureus, Streptococcus sanguis y Streptococcus gordonii se
unen a otros receptores para lograr su adherencia y patogenicidad, siendo estos
fibronectina (87,88), laminina (89) y colágeno tipo IV (90) Abiotrophia
defectiva (antes Streptococcus defectivus) y otras especies de Abiotrophia,
se unen a la matriz extracelular de fibroblastos y células endoteliales
(91). Se cree que S. aureus posee una adhesina que lo liga inicialmente al fibrinógeno
de la vegetación (factor clumping [92,93], coagulasa [94], proteína
ligadora de fibronectina [95]) y que luego otras moléculas intervienen
en el mantenimiento y reproducción del microorganismo en la vegetación
(toxina) (96).
El papel de los trombocitos esta relacionado con su agregación, principalmente
estimulada por el microtrauma endocárdico producido por flujo turbulento
u otra causa; pero la interacción con los microorganismos tiende a promover
la génesis y desarrollo de la endocarditis infecciosa. Ciertos estreptococos
del grupo viridans (S. sanguis) pueden promover la agregación plaquetaria
por medio de antígenos que le permiten unirse a los trombocitos y estimular
la unión entre ellos (97,98,99). La interacción de S. aureus con
los trombocitos requiere de fibrinógeno y parece ser mediada por el factor
von Willenbrand (100,101).
Las enfermedades
de base o asociadas que presente cada paciente van a determinar en un grado
importante el agente etiológico de la endocarditis infecciosa (4). Así,
las deficiencias de la inmunidad humoral (hipo o agammaglobulinemia, drepanocitosis,
diabetes mellitus, esplenectomía) van a favorecer la etiopatogenia de
microorganismos encapsulados (Haemophilus sp., S. pneumoniae, Neisseria sp.)
y de aquellos que se favorecen del déficit de la opsonización
(P. aeruginosa por ejemplo); si la afección involucra la rama celular
de la inmunidad, la probabilidad de causar enfermedad es mayor para las bacterias
que pueden localizarse a nivel intracelular (S. aureus, Bartonella sp., Rickettsia
sp., micobacterias diferentes a M. tuberculosis), hongos (Candida sp.) y se
ve favorecida la invasión viral del músculo cardíaco (Coxsackie
B, Influenza B, Influenza A, Coxsackie A y Citomegalovirus) (54). Las deficiencias
de la cascada del complemento se asocian con infecciones por estafilococos coagulasa
negativa (12) y Streptococcus sp. (19,20). Más aún, el descubrimiento
de endocarditis infecciosa causada por microorganismos específicos obliga
al descarte de otras condiciones asociadas, como neoplasias colónicas
en infección estreptocóccica (S. bovis) y enterocóccica
(102). |