La manifestación
más característica de las neurosis obsesivas es un patrón de disociación, que
tiene la finalidad de impedir un contacto difícil, traumático o
desestructuante, y que se lleva a cabo a través de una sucesión de mecanismos
de resistencia al contacto, entre los cuales, en estos casos, el más frecuentemente
utilizado es la deflexión. Deflectar es desviar una parte de nuestra actividad,
pensamiento o sentimientos lejos del contacto con el entorno o con los otros que lo habitan, hacia situaciones,
pensamientos o actividades más neutras o menos comprometidas, de esta manera
nuestras acciones, sentimientos y pensamientos se hacen extraños como si no nos
perteneciesen. La persona con un trastorno obsesivo, tal como menciona Peter
Philippson del Manchester Gestalt Centre: "Se nos
presentaría con una personalidad aparentemente en completo funcionamiento, a
menudo calida, y con la sensación de que existe
otra personalidad polar en el fondo. Tal como si reuniésemos dos masas
nucleares sub-críticas originando una explosión masiva, así poner la otra
personalidad en contacto con la personalidad "principal" conduce a
una intensa y abrumadora ansiedad, a
menudo acompañada por las imágenes de violencia o "actividad
frenética." 19
Esto recuerda muy cercanamente los cambios
súbitos en la personalidad infantil de Sergei que de ser un niño apacible y
dócil pasa a ser colérico e inquieto. Peter Philippson plantea que el factor
común más frecuente en los antecedentes personales de los pacientes con
trastornos obsesivo-compulsivos no es la frialdad sino la rigidez de los
límites psicológicos y conductuales, estos pacientes suelen tener padres que se
comportan de una manera en algunas situaciones o lugares, pero que en otros
momentos o situaciones se comportan como si fuesen personas por competo
diferentes. En las familias de estos sujetos suelen existir rituales para
reflectar ciertas actividades o emociones que son consideradas inadecuadas. Es
común por ejemplo que se sugiera a los niños que recuran a ciertas estrategias
para deflectar la rabia como por ejemplo contar hasta cien, correr alrededor
del patio o rezar. Si el niño no es capaz de "controlar" la expresión de la
rabia suele paradójicamente ser castigado violentamente o ser objeto de una
retirada afectiva. Ateniéndonos a la
experiencia de Philippson, en la infancia de estos sujetos se encuentra
frecuentemente una historia de abuso sexual junto con una negación rígida de
los temas sexuales. Quizás no sea difícil ver en las experiencias sexuales de
Sergei Pankejeff con su hermana mayor cuando este tenía poco más de tres años
una situación de abuso sexual, no por la valoración moral del comportamiento de
la hermana, sino por la repercusión emocional que este pudo tener en el niño.
"Así el mecanismo
en los trastornos obsesivo-compulsivos tal como lo entendemos es: un patrón
familiar que lleva a un niño a experimentar intensa ansiedad y/o rabia asesina
y/o miedo por su propia supervivencia; las pautas familiares de disociación,
negación y rigidez; frecuentemente llevan a la deflexión de la energía de la
ansiedad: "contar hasta diez", el ejercicio físico como forma de
librarse de la sensación de las emociones, "estas cansado, ve a la cama";
apoyan los rituales del niño a medida
que estos se desarrollan (la literatura está llena de familias que tienen
rituales bizarros). Así las obsesiones y compulsiones son bidireccionales:
ambas son una deflexión de la ansiedad, y una clave codificada que da origen a
la ansiedad."20 El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) se
encuentra entre las más frecuentes e importantes afecciones mentales. El
diagnóstico se dificulta por el componente de vergüenza y secreto que rodea a
esta patología. Puede presentarse a cualquier edad a partir de los 6 años y
produce una importante discapacidad, a tal grado que la OMS lo incluye entre
las 20 primeras enfermedades discapacitantes con una prevalencia del 0,8% en
los adultos y del 0,25% en infantes y adolescentes. La evidencia científica indica que las
causas del trastorno obsesivo compulsivo
son múltiples. Algunos estudios indican que las vías neurales involucradas en
el comportamiento obsesivo compulsivo son un grupo que involucra tres regiones
anatómicas del cerebro: El cortex órbito-frontal, la cabeza del núcleo caudado
y el tálamo. La primera de estas estructuras avisa cuando algo no anda como se
espera, es decir que envía las señales que alertan contra los peligros o
amenazas, al tálamo, éste se encarga de redirigir estas señales a otras
estructuras que tienen la función de interpretarlas y de facilitar las acciones correspondientes. Sin
embargo, se ha constatado que en el caso de los trastornos obsesivo compulsivos
(TOC) las señales se devuelven al Cortex órbito-frontal creando una especie de
asa que genera una hiperactivación del tálamo. El núcleo caudado se encuentra ubicado
entre el Cortex órbito-frontal y el tálamo y esta encargado de regular las
señales entre ellos suprimiendo las señales redundantes. Se cree que en los TOC
el núcleo caudado se encuentra dañado o que su función no es adecuada de manera
que es incapaz de suprimir la señales provenientes del cortex órbito-frontal,
dejando que el tálamo se hiperactive. Entonces este ultimo envía potentes
señales de regreso al cortex órbito frontal y este responde generando la
conducta obsesivo compulsiva con el correspondiente monto de ansiedad.21,22,23
Otras evidencias apuntan hacia un
desbalance neuroquímico. La acción de la
serotonina parece estar dificultada en algunas neuronas del cortex prefrontal y
esta parece ser la razón por la que los trastornos obsesivo-compulsivos
responden al tratamiento con inhibidores de la recaptación de la serotonina.24
Existen además numerosos reportes de la
eficacia de distintos tipos de psicoterapia en esta clase de trastornos. Los
abordajes con modelos cognitivo conductuales25, psicoterapia dinámica26,
terapia Gestalt27 han demostrado ser exitosos en el tratamiento de pacientes
aquejados de estos trastornos. Creemos por lo tanto que el trastorno
obsesivo-compulsivo es parte de un proceso más amplio que involucra la interacción
de aspectos psicológicos, fisiológicos, genéticos y sociales. Y que por lo
tanto ha de ser abordado de manera múltiple combinando el tratamiento
psicoterapéutico con el farmacológico, tratando de que los beneficios fáciles
del segundo no lleven a evitar el contacto con las situaciones dolorosas y
conflictivas que podrían ser el camino para la resolución del problema y no una
solución paliativa y parcial. Les decimos a nuestros pacientes que las
obsesiones y las compulsiones son formas de desviar la excitación o la energía
de la ansiedad, una forma de controlar la intensidad de esta, luego trabajamos
con ellos dialógicamente, respetando su ritmo de metabolizar las experiencias,
prestando atención a la manera en que ellos experimentan la ansiedad, no
intentamos descifrar o interpretar las compulsiones. En la experiencia de Phillipson28,
palabras como "suciedad", y "contaminación" son a menudo temas conectados con
el abuso sexual temprano. También para este autor, las obsesiones sexuales
reflejan las actitudes religiosas como formas de rechazar la sexualidad, las
obsesiones relacionadas con comida se asocian a modelos de "tragar" o "escupir"
"vomitar" o "rechazar" introyectos de los padres. Pero ¿Era realmente Pankejeff un paciente
aquejado por un trastorno obsesivo compulsivo? Si es así ¿como explicamos el
desenlace tardío que mostró este sujeto cuando acudió a su tercer
análisis? Ruth Mack Brunswick se
encontró con un sujeto con ideas delirantes, paranoides, hipocondríacas, de
grandeza, y alteraciones en la percepción de su esquema corporal de carácter
alucinatorio, en pocas palabras un cuadro psicótico. Esta transformación ha
sido difícil de explicar.
Algunos psicoanalistas se ha preguntado ¿Puede una
estructura obsesiva dar lugar a una posición paranoide? La respuesta de muchos
de ellos es que esto no es posible, y que la psicosis estaba ya esta en el
primer análisis sin que Freud se hubiese percatado de ello, por su necesidad de
encontrar una asociación entre la sexualidad infantil y los trastornos
neuróticos. Los gestaltistas no pensamos en términos de estructuras sino de
procesos. En ese sentido nos es más fácil entender que los hallazgos descritos
por Freud y Mack Brunswick no muestran inconsistencia alguna. En Pankejeff
vemos a una persona en un proceso personal en que se ve forzado, como
describiré en pocos momentos, a reprimir una o varias emociones hasta un nivel
en que comienza a desestructurarse, posiblemente también sobre la base de una
personalidad vulnerable. Este sujeto comienza a utilizar una serie de
mecanismos de resistencia al contacto para evitar la expresión de las emociones
mencionadas, estos mecanismos comienzan a fracasar uno tras otro, llevándole a
utilizar cada vez mecanismos de resistencia mas primitivos y en etapas mas
tempranas del ciclo de autorregulación organísmica, es decir, mas propios de
las edades mas tempranas de la existencia, o si se prefiere mas narcisistas,
para utilizar los términos de las psicólogos del yo. Por otra parte, nuestro punto de vista ha
venido siendo confirmado por la observación clínica, y por recientes
investigaciones en neurofisiología. Desde principio del siglo pasado se ha observado y descrito la coexistencia entre
los síntomas obsesivo-compulsivos y los de psicosis como la esquizofrenia.
Cuando Bleuler describió la dementia praecox mencionó que los síntomas
obsesivos formaban parte de los pródromos de esa entidad nosológica. Hwang y
Opler29 y más recientemente otros autores30, propusieron tres modalidades en
que los síntomas obsesivo-compulsivos coexistían con síntomas psicóticos. La
primera integrada por pacientes con síntomas obsesivo-compulsivos que se
iniciaban mucho tiempo antes de los síntomas psicóticos, y que posteriormente
desarrollaban ideación delirante y alucinaciones. Un segundo tipo formado por
pacientes con síntomas obsesivos persistentes, que se iniciaron con los
síntomas psicóticos o con escaso margen de tiempo entre ellos, estos tenían
pobre conciencia de enfermedad y peor pronostico. Y un tercer grupo en que los
pacientes tenían síntomas obsesivo-compulsivos transitorios en el curso de una
esquizofrenia. Pareciera que Sergei Pankejeff se encontraba entre los
integrantes del primer grupo. Algunas referencias que apuntan a que la aparición de síntomas
obsesivo-compulsivos al inicio de una esquizofrenia, están asociados con un
mejor pronóstico de la psicosis,31,32 lo cual puede explicar la progresión
aparentemente benigna del cuadro de Pankejeff, quien a pesar de no haber tenido
una vida prominente pudo funcionar social, familiar y laboralmente hasta el fin
de sus días. La creciente evidencia de la coexistencia
de síntomas de la patología obsesivo-compulsiva y la psicótica ha dado origen a
nuevas categorías diagnosticas como trastorno esquizo-obsesivo y esquizofrenia
obsesivo-compulsiva33.
En un trabajo presentado por Insel y Akiskal34 en 1986,
plantearon la hipótesis de que este tipo de coincidencia sintomática podía
estar relacionada con la existencia de un espectro patológico para el trastorno
obsesivo-compulsivo, en uno de cuyos extremos, el de mayor gravedad, estaría
ubicada la psicosis obsesivo-compulsiva y estos cuadros se comportarían como
una sucesión continua que se desplaza hacia los extremos de mas gravedad en
presencia de estresores intensos. En este caso, los pacientes con trastorno
obsesivo-compulsivo pueden presentar síntomas reactivos de psicosis cuando
están sometidos a la presión de ciertos eventos o situaciones traumáticas. En
este caso los síntomas suelen ser circunscritos y reversibles, y son debidos a
que la idea obsesiva deja paso a la idea delirante cuando la resistencia
psicológica a la idea obsesiva se agota. En tales situaciones el temor obsesivo
a contaminarse deja paso a la culpa delirante de contaminar a otros, o el temor
obsesivo a cometer un acto punible es reemplazado por el delirio persecutorio
por haberlo realizado. La patología se comporta como un proceso y no como un
cuadro de estructura rígida. Desde un punto de vista neurofisiológico,
el trastorno esquizo-obsesivo está relacionado con una compleja interacción
entre las vías serotoninergicas y dopaminergicas.35 Un déficit de serotonina y
de dopamina en el lóbulo frontal36,37 parece ser la base de este cuadro
esquizo-obsesivo. Se ha demostrado que existe un compromiso de los circuitos
relacionados con los ganglios básales, en particular el núcleo caudado para el
componente obsesivo-compulsivo, y del circuito del cortex dorsolateral
prefrontal para los componentes psicóticos. 38 El tratamiento farmacológico adecuado es,
tanto la monoterapia con antipsicóticos atípicos o una combinación de
antipsicóticos típicos o atípicos con inhibidores de la recaptación de
serotonina o clomipramina.39 40 y por supuesto la psicoterapia que ha
demostrado ser eficaz disminuyendo las recaídas y recidivas de la enfermedad.41,42,43
De manera que la
propuesta gestáltica incluye tanto el abordaje farmacológico como el
psicoterapéutico. Una serie de estrategias propias de la psicoterapia Gestalt
han resultado eficaces en el tratamiento de este tipo de trastornos. En el caso
de Sergei Pankejeff un psicoterapeuta gestáltico hubiese aplicado estrategias
para minimizar el efecto de la culpa, permitiendo así la expresión de las
emociones bloqueadas de manera tal que resultasen constructivas para el
paciente y para las personas importantes de su entorno, y de esta manera
restablecido el flujo de excitación por el ciclo de autorregulación organísmica
propiciando el contacto, la resolución y la consiguiente retirada. Hubiese,
también, facilitado la integración de las partes alienadas de su personalidad a
través de técnicas experienciales como la silla caliente, las estrategias
de awareness y el trabajo de los
numerosos sueños que tubo Pankejeff en el curso de su patologia.